Ayuda a Kiev, negada la retirada de EE.UU.

Zelensky podrá así disponer de armas de defensa aérea, iniciando el camino que llevará a Ucrania a construir su “Cúpula de Hierro”, la cúpula que protege a Israel de los ataques enemigos. Esa cúpula que fue capaz de eliminar el 99% de los drones y misiles lanzados por Irán contra el Estado judío el 14 de abril.

Asegurar Ucrania es el objetivo final de Occidente frente a la falta de voluntad de Putin de poner fin a su “Operación Militar Especial”. Las numerosas evasivas en las cámaras parlamentarias de Washington – explican los expertos militares estadounidenses – han facilitado los “éxitos tácticos” rusos en Donbass, que, sin embargo, no estarían en condiciones de atravesar el frente (debido también a la presencia de interminables campos minados). a pesar de su cansancio de las Fuerzas Armadas de Kiev. Los mayores daños se han producido en los últimos meses en las infraestructuras energéticas civiles, que quedaron sin las defensas aéreas necesarias.

Es evidente que el Kremlin está enojado por la votación del Congreso estadounidense, pues esperaba que la larga vacilación en Washington fuera la primera señal de la retirada occidental de Ucrania. La ejecución indefinida de la “Operación Especial”, según algunos estrategas federales, es de hecho una de las líneas a seguir. Y, en cambio, el mensaje geopolítico enviado a Moscú es de un tipo completamente diferente: tanto la Unión Europea anteriormente como los Estados Unidos han dejado claro ahora – abriendo sus billeteras – que no tienen intención de ignorar lo que ha sucedido en el Este desde 2014. hasta hoy.

Una reflexión a estas alturas es imprescindible: la cuestión de la ayuda estadounidense reafirma la nueva derrota de la diplomacia internacional que es incapaz de detener el conflicto. Sólo las armas, en este sentido, pueden calmar los espíritus hirvientes.

También es de considerable importancia la luz verde simultánea del Congreso de los EE.UU. a todas las medidas sobre la confiscación de activos rusos en Occidente en favor de Ucrania. La intención es destruir los últimos puentes que quedan, obligando a los oligarcas cercanos a Putin a tomar una decisión. En las últimas dos semanas, un par de magnates han visto casi canceladas las medidas cautelares occidentales contra ellos. El intento de crear las condiciones para ver nacer una facción contra el poder en Rusia es evidente.

Esta semana el Secretario de Estado estadounidense estará en China, donde repetirá -pero con un tono muy diferente gracias al voto del Congreso- que no ayude de ninguna manera a Rusia en su esfuerzo bélico en Ucrania. Blinken, cuya visita seguirá a la oficial del canciller alemán Scholz, tendrá también la ingrata tarea de explicar a Pekín cuáles son los 8.120 millones asignados por Washington para “contrarrestar a la China comunista” y apoyar a los socios regionales de Estados Unidos: 1.900 millones son destinado a fortalecer el arsenal estadounidense en Taiwán. En total, Estados Unidos aprobó el sábado pasado 95.340 millones de dólares en ayuda. Además de los de Ucrania y la contención de China, hay 26,38 para Israel.

De esta manera, Trump o no Trump después de noviembre de 2024, Estados Unidos relanzará su compromiso con el mundo. Los países del nuevo “eje del mal”, como se les llama ahora en Washington: Rusia, Irán, Corea del Norte y China actualmente en vilo, están advertidos.

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