En Jericó, donde los cristianos resisten. Entre redadas y enfrentamientos

Es cuando los soldados abandonan los puestos de control cuando el pueblo palestino comienza a preocuparse: los soldados israelíes desaparecen, ninguna patrulla palestina ocupa su lugar, donde el desierto da paso a un tranquilo oasis verde. Pero es sólo una ilusión: al final del día una mujer ya habrá sido asesinada, un campo de refugiados será acorralado y varios terminarán en prisión.

En el Valle del Jordán, entre el Monte de las Tentaciones y el Mar Muerto, Hamás ha conseguido adeptos. Desde hace 200 días no se ha visto a turistas ni peregrinos en Jericó. Incluso los rápidos contrabandistas, acostumbrados a aprovechar el ajetreo habitual en la frontera con Jordania, ya no saben cómo llegar a fin de mes. Y el domingo por la mañana finalmente vimos algo de movimiento porque la iglesia parroquial celebraba su centenario y los fieles esperaban al custodio de Tierra Santa, el padre Francesco Patton, con la delegación de los franciscanos.

Ya sea una coincidencia o no, una vez que terminó la fiesta, comenzó la batalla. Fuentes locales dijeron que las fuerzas de ocupación dispararon a una mujer, identificada más tarde como Manal Sawafta, de 40 años, de Tubas, y según la agencia de noticias oficial palestina “impidieron que los equipos médicos se acercaran”. Fuentes del ejército de Tel Aviv afirmaron que Sawafta intentaba apuñalar a los soldados, que se defendieron del ataque. Como resultado, se reactivaron los puestos de control para bloquear la entrada y salida cerca de la ciudad de al-Hamra en el cruce de caminos que conecta las ciudades de Cisjordania con el centro, sur y norte del Valle del Jordán. Sin entrada, sin salida.

Mientras tanto, en el distrito que bordea el río Bautismo de Cristo, camiones verdes descargaban pesados ​​bloques de hormigón colocados en el campo de refugiados de Aqabat Jabr, al sur de Jericó. Los desplazados, herederos de los palestinos expulsados ​​gradualmente de Cisjordania durante décadas de ocupación, han construido aldeas que en los últimos meses, sin trabajo ni perspectivas, son reservorios de desesperación y ira. Testigos presenciales informaron que después de las operaciones habituales, el ejército irrumpió en el asentamiento palestino. Por la noche, cuando se marcharon dejando atrás daños, arrestos y el resentimiento de quienes juran estar preparados para la guerra de guerrillas, Jericó volvió a convertirse en el habitual oasis sin paz. «En este momento delicado, mis feligreses viven con gran preocupación – afirma “abuna” Mario, el párroco -. Muchos de ellos están desempleados porque ya no tienen permisos de trabajo en Israel. Quienes tienen alguna actividad comercial están en crisis porque Jericó lleva un tiempo cerrada: además de la falta de peregrinos, el acceso también se ha visto muy limitado a las personas procedentes de Jerusalén o Galilea, por lo que las actividades comerciales han quedado casi completamente bloqueadas. Los niños, en particular, se han visto muy afectados por este clima y algunos de ellos tienen mucho miedo”. No es fácil ser cristiano en Jericó. Sin embargo, la minoría de creyentes es casi indispensable para la vida y el futuro de la ciudad. El padre Mario Hadchiti es párroco desde 2012, superior del convento franciscano, director de la escuela Terra Sancta, que cuenta con alrededor de mil alumnos (de 3 a 18 años) y es el único instituto al que asisten cristianos y musulmanes en la ciudad. . Para la fiesta del “Buen Pastor”, organizó junto con los fieles católicos una liturgia y una fiesta en la que participaron también representantes políticos y medios de comunicación de la región. Y delante de todos ellos, precisamente en el momento en que la violencia domina y se infiltra, el padre Francesco Patton recordó que «a diferencia del mercenario», el buen pastor actúa «impulsado por el amor a su rebaño, a cada uno» y que «es dispuesto a dar hasta su vida y sacrificarse por su rebaño.”

En la calle principal, una vía ancha y desolada, también se encuentran las Naciones Unidas. Las agencias humanitarias están en el punto de mira de Israel desde el 7 de octubre, cuando ayer se desmintieron la mayoría de las acusaciones formuladas en Naciones Unidas. Tel Aviv había acusado a los empleados de la UNRWA, la agencia para los refugiados palestinos en Gaza, de ser hombres o partidarios de Hamás y otras organizaciones terroristas. Acusaciones que han llevado a muchos países donantes, incluida Italia, a congelar la financiación a pesar de las enormes necesidades de 2,3 millones de personas. Israel “aún tiene que proporcionar pruebas que respalden” sus afirmaciones, afirmó la investigación independiente dirigida por la ex ministra francesa de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, y encargada por las Naciones Unidas. No solo. La UNRWA había proporcionado periódicamente a Israel listas de su personal para su evaluación, pero “el gobierno israelí no ha informado a la UNRWA de ninguna preocupación con respecto al personal basado en estas listas desde 2011”, según el informe. La agencia es “insustituible e indispensable” para los palestinos en todo el mundo. región. Tesis rechazadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores en Jerusalén que, sin aportar las pruebas solicitadas ni responder a las inconsistencias señaladas por la comisión de investigación, afirma que el informe “ignora el enorme alcance de la infiltración de Hamás en la UNRWA en Gaza”.

En Jericó a nadie le sorprenden las noticias que cada uno lee a su conveniencia. La realidad está hecha de esfuerzos y esperanzas. Por eso también los cristianos no se van. Sería más fácil intentar conseguir un permiso, cruzar la frontera a través de Jordania y emigrar lejos con un billete de ida. «En los últimos años – dice el padre Mario – he celebrado siete bodas, lo cual es algo muy raro en Jericó, dado que hay muy pocos cristianos, he hecho algunos bautismos y he visto crecer a estos niños. Logré crear una buena relación con el mundo musulmán, especialmente con el imán, y esta amistad se ha convertido en un hermoso testimonio para todos”. Y será útil para cuando la guerra termine y Jericó vuelva a convertirse en el oasis en la frontera donde podamos empezar de nuevo.