Los mismos oficiales de inteligencia militar rusos del GRU de la Unidad 29155 que envenenaron a Sergey Skripal están paralizando a diplomáticos y agentes estadounidenses en todo el mundo con un arma secreta que utiliza microondas y ultrasonidos y provoca lo que hoy se conoce como “La Habana”, consistente en graves daños cerebrales y auditivos. que provocan fuertes dolores de cabeza, pérdida del equilibrio, en algunos casos incluso sordera en un oído (el nombre se le dio al síndrome porque una serie de agentes y diplomáticos estadounidenses comenzaron a padecerlo en Cuba)
The Insider, Der Spiegel y 60 minutos han descubierto que los viajes de algunos espías rusos de esta unidad del GRU coinciden con la cronología y geografía de algunos casos diagnosticados de “síndrome de La Habana” y dos víctimas de dos de los atentados (ocurridos en Frankfurt y Tbilisi) lo han reconocido empleados de la unidad 29155 antes o inmediatamente después del ataque y los identificó a partir de fotografías.
Los documentos publicados confirman que esos mismos hombres del GRU 29155 estaban desarrollando lo que ellos llaman “armas acústicas”, es decir, en el sentido técnico, armas basadas en el uso de energía y microondas dirigidas a seres humanos.
La misma Academia Científica del GRU – VMEDA – en la que se graduó Mishkin (uno de los dos envenenadores de Skripal) y donde trabajan el médico del GRU Sergey Chepur y el miembro 29155 Kovalchuk, estudió las consecuencias del “síndrome de La Habana”.
Hasta la fecha, ha habido una fuerte renuencia oficial de Estados Unidos a hablar sobre los numerosos casos de esta enfermedad entre agentes y diplomáticos estadounidenses, especialmente aquellos con antecedentes de operaciones exitosas que involucran a Rusia. Estados Unidos lleva mucho tiempo siguiendo la pista de la enfermedad y algunos de los funcionarios afectados se quejan de haber estado desprotegidos durante mucho tiempo.
Una explicación podría ser, según uno de los autores de esta investigación (Roman Dobrokhtov; los otros son Christo Grozev y Michael Weiss), que las revelaciones podrían tener un impacto muy grande, porque obviamente atacar físicamente a diplomáticos y agentes estadounidenses equivale a una acto de guerra, y puede considerarse casus belli. Y, por supuesto, en Washington hay una enorme cautela. Si reconociera que ha sido atacado físicamente por agentes de inteligencia rusos, las consecuencias podrían ser impredecibles.
