The Hollywood Reporter Roma es el Titanic de Concita De Gregorio y de todos los críticos de cine: por eso empezó ya como una derrota… – MOW

The Hollywood Reporter Roma es el Titanic de Concita De Gregorio y de todos los críticos de cine: por eso empezó ya como una derrota… – MOW
The Hollywood Reporter Roma es el Titanic de Concita De Gregorio y de todos los críticos de cine: por eso empezó ya como una derrota… – MOW

yoLa historia finalmente ha visto, en el más cruel de los acabados fotográficos, el “corte final”, la derrota, una editorial Waterloo para “The Hollywood Reporter Roma”. Para comenzar la historia del drama, aquí está la renuncia de la directora encargada Concita De Gregorio. La lápida, los créditos definitivos, testamentarios, como ya en el caso de l’Unitàdonde la dama había sido fuertemente deseada, impuesta, deseada, elevada, sublimada por Walter Veltroni, entregado a las agencias, saludando a los lectores ya temblorosos y al equipo editorial que pronto quedará huérfano como “la guardia cansada” en el Palacio de Invierno con los crueles bolcheviques presionando sus bayonetas en la puerta para poner fin a la ya congelada Gobierno provisional del menchevique Kerensky. Así lo nuestro en su último editorial: “La fuerza de un proyecto: el final de una temporada, el viaje hacia nuevos horizontes. Como prometí, Puse a disposición del grupo mis habilidades editoriales y mi entusiasmo.. Creí y creo que el cine, las series de televisión, la música y la moda son los lenguajes a través de los cuales se forma hoy el sentimiento de realidad, la ciudadanía, los deseos y la conciencia”. Parece escucharse el fondo tenue de un órgano acompañar el recital final. Poco después todavía la encontraríamos, segura, en el escenario, afirmando que “el teatro es la vida real”, con ella cada vez más emplumada, debutando como actriz: “En el escenario encuentro la felicidad, el sueño y la cura”, en el Teatro Argentina de Roma con ‘El origen del mundo’ de Lucía Calamaro, tres mujeres en escena y un torrente de conciencia, presumiblemente con la perspectiva de convertirse pronto en presidente del edificio Capitolino después de los turbulentos acontecimientos vividos por él. En la nota de despedida, Concita De Gregorio, de pie en el bote salvavidas, ofrece sugerencias escénicas-literarias dignas de los últimos versos de Mayakovsky escritos poco antes de su suicidio: “A todos. Si muero, no culpes a nadie. Y por favor, nada de chismes. El difunto no pudo soportarlos. Mamá, hermanas, camaradas, perdóname. No es una solución (no se la recomiendo a nadie), pero no me queda otra opción. Como dicen, el incidente está cerrado. El barco del amor se rompió contra la vida cotidiana. La vida y yo somos iguales. Es inútil enumerar insultos, dolores y agravios mutuos. Tú que te quedas, sé feliz..” – conmovida, agradeció nuevamente a la redacción por su “pasión, valentía y dedicación”. Palabras profusas no menos dignas en este caso del general de división siciliano Antonio Cascino quien, dirigiéndose a sus infantes en los días más duros de la gran guerra, los invitó a ser “¡la avalancha que se levanta!”.

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