Cannes: Megalópolis, el gran sueño de Coppola – Festival de Cine de Cannes

Cuando guardas un sueño en el cajón durante demasiado tiempo, cobra vida propia y se vuelve extragrande, incontrolable. Es el caso de Megalópolis de Francis Ford Coppola, quizás la película más esperada a competición en Cannes este año y que en su primer visionado confirma su carácter anárquico y punzante en el que confluyen al mismo tiempo metafísica, experimentación e imágenes maravillosas. Y, sobre todo, en el que se comparan dos ideas contrapuestas del futuro: la de un mundo sin redención y sin esperanza y la utópica que dicta que los sueños hay que vivirlos. En definitiva, no te preocupes demasiado por la trama, sino más bien por las ideas de los personajes. Nos encontramos en una Nueva York distópica, pero aún moderna, donde todo recuerda a la antigua Roma.

Video Cannes, ovación para Coppola en el estreno mundial de ‘Megalópolis’

Cada vestido, gracias a Milena Canonero, está marcado por esa cultura, desde el peplum hasta los trajes masculinos con diseños pompeyanos hasta una reconstrucción moderna del Coliseo con carros no antiguos. En este mundo lleno de lluvia que por momentos nos recuerda a Blade Runner, se agitan personajes trágicos que evocan los del mundo clásico entre el sexo, las drogas, la violencia y la búsqueda de poder en un paralelo ideal entre la civilización de la antigua Roma y la americana. (luchando con sus respectivos declives).

Y luego está también la utopía de un mundo mejor y, finalmente, la historia de una mujer, Julia Cicero (Nathalie Emmanuelle), dividida entre dos visiones del mundo, la de su padre y la de su amante, que no podrían ser más diferentes. . El padre Cicerón (Giancarlo Esposito), alcalde conservador de una Nueva York destruida por una catástrofe, tiene una visión clásica y conservadora de la sociedad de consumo, mientras que el amante, César (Adam Driver), es un joven arquitecto idealista y hamletiano que ha su estudio en el lugar más evocador, es decir, en lo alto del rascacielos Chrysler, reino absoluto del Art Déco. Él, sin embargo, quiere refundar la ciudad en nombre de la utopía también gracias a una sustancia que inventó, el megalón, porque “no podemos morir de civilización”, debemos detener el tiempo para salvarnos. Contra César están Cicerón, con sus ideas en nombre de la tradición, y que parece amar de verdad sólo a su hija Julia, y Craso (John Voigt), el banquero, con su muy ambiciosa e infiel esposa, Wow Platinum (Haubrey Plaza). Finalmente está Clodio, el líder del pueblo dispuesto a la revolución pero que es sobrino de Craso y quizás lo frecuenta demasiado. En la película, el gran amor de César por la hija de su enemigo (el primer beso suspendido en el vacío del Chrysler entre él y Julia es una antología), la violencia de una Nueva York sumida en el caos, imágenes de archivo de Mussolini y Hitler, e incluso mega fiestas llenas de música techno con mujeres tumbadas en el triclinio.

De hecho, la película recibió una tibia acogida por parte de los distribuidores de Los Ángeles que gritaban: “No hay forma de colocar esta película”. Y si los grandes distribuidores se mantienen fríos, los independientes ciertamente no tienen fuerzas para invertir cuarenta millones en su promoción sólo para el mercado estadounidense, a los que hay que sumar cien a nivel mundial. Pero Coppola, de 85 años, que ha invertido 120 millones de dólares de su propio bolsillo vendiendo sus queridos viñedos, no parece demasiado desanimado: “Para Apocalypse Now fue lo mismo – dijo el propio director en una entrevista -. Hubo incluso luego opiniones muy contradictorias del público que, sin embargo, no dejó de ir a ver la película”.

Ahora su entrada en la competición de Cannes, precedida de acusaciones de comportamiento inadecuado en el set, relanzadas por The Guardian pero desmentidas por el productor ejecutivo de la película, Darren Demeter, ha suscitado muchas consideraciones. Quizás sea una manera de relanzar la película también en Estados Unidos con una más que posible victoria aquí en Cannes. Porque más allá de cualquier consideración y de la dificultad real de disfrutar de la película, Megalópolis sigue siendo una obra con escenas inolvidables, firmadas por el director de El Padrino, que nos hacen olvidar que su sueño secreto quizás se ha quedado demasiado tiempo. En el reparto de esta película, que en Italia distribuirá Eagle, se encuentran, por citar sólo algunos nombres, Dustin Hoffman, James Remar, Laurence Fishburne y Chloe Fineman.

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