F1, Ferrari antídoto contra el aburrimiento F1 temporada 2024

Una cosa es segura: si esta Fórmula 1 tiene posibilidades de salir de la situación actual con un interés modesto (o en todo caso, digamos, “falto de entusiasmo”), esta posibilidad está estrechamente ligada a Ferrari.

¿Es todo culpa de cuatro años (casi) de dominio de Red Bull? Que siguen a un período de siete años de supremacía de Mercedes… Quizás sea así: la falta de lucha, y por tanto de incertidumbre, adormece a cualquier deporte y el Gran Premio no puede ser una excepción. Pero a pesar de todo, sólo Ferrari consigue sacudirse. En parte por el duelo interno entre Sainz y Leclerc, en parte porque el inicio de este Mundial 2024 confirma esta tesis. Un SF-24 decididamente más competitivo en comparación con el Rojo del año pasado muestra la única mejora real entre todos los equipos rivales de Verstappen. La única excepción posible a una extensión de la marcha triunfal de Max hacia un nuevo título. Aquí está, pues, el entusiasmo por los repetidos podios entre Bahréin y Japón, sin olvidar el doblete rojo en Melbourne. Pero también hay caras largas por el retroceso parcial, en términos de competitividad, ocurrido hace dos domingos en Shanghai. Caras largas no en Italia, sino entre todas las personas que siguen la F1 con la esperanza de nuevos horizontes.

Y ahora, de cara a un GP de Miami donde el Cavallino competirá con monoplazas casi sin cambios a la espera del primer paquete sustancial de innovaciones técnicas, previsto para Imola a mediados de mayo, llega el “asunto Newey”.

Seamos claros: un cambio de colores para el brillante progresista que ha hecho ganar a Williams, luego a McLaren y luego a Red Bull desde principios de la década de 1990 es en sí mismo un evento trascendental. Que toda esta genialidad se dirija luego hacia Maranello es una conjunción astral que no se producía por aquellos lares desde 1996. Hoy Newey y el siete veces campeón del mundo Lewis Hamilton; luego Schumi y el dúo técnico Ross Brawn-Rory Byrne. ¿Entiendes por qué la pasión roja sólo puede empezar a fibrilar?

Pero eso no es todo.

De las habitaciones secretas del Cavallino no se desprende nada más que dedicación al trabajo, atención al microdetalle del paso a paso. Hamilton está a salvo y no se hablará de ello antes del final de la temporada: por ahora sólo hay que centrarse en Leclerc y Sainz, y en su rivalidad calificada de amistosa, pero que a menudo desemboca en explosiones como ocurrió en China hace dos fines de semana. Y también sobre Newey: silencio total. Un largo viaje de aproximación con los faros apagados.

Vale la pena señalar que, en el momento de escribir este artículo, toda la historia de Newey está envuelta en mil capas de signos de interrogación. Una cosa es segura: con el genio británico en el mercado, dada la diferencia con Red Bull, a todos los equipos les gustaría llevárselo a casa. Y en realidad hablamos de Aston Martin y su supuesto cheque en blanco; de Mercedes orientado hacia Newey también para regalar un cebo renunciable a Max, que a su vez está harto del ambiente de Red Bull y cortejado sin mucho misterio por Toto Wolff.

¿Podría un Newey no ser del interés de Ferrari? No, no pudo. Al crítico, quizás poco empático, Fred Vasseur sólo le interesa una cosa: ganar. Al fin y al cabo, John Elkann lo trajo a Maranello precisamente por este motivo y el objetivo pasa por un posible descontento desencadenado o que pueda desencadenarse en el seno de la Scuderia a raíz de determinadas elecciones.

Es poco probable que algo suceda durante los días de Miami; o al menos así se anunciará. Pero si en Imola, o en Montecarlo, la futura Roja tuviera líneas más precisas, no habría mucho de qué sorprenderse.

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