Rainews24, una fábrica digital que se ha quedado como un informativo más

Rainews24, una fábrica digital que se ha quedado como un informativo más
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Más que las muchas derrotas, son las discusiones que nunca se llevaron a cabo las que nos han derribado. Una amarga observación que se destacó en un muro de Milán hace algún tiempo y que podríamos adoptar como suerte de Rai. Un ejemplo nos llega hoy, 26 de abril. Hace un cuarto de siglo que RaiNews24 inició su actividad. Vista así, la experiencia del servicio público de todo canal informativo parece ya relegada al pasado. En realidad, en estos 25 años queda mucho del futuro posible de la empresa, y sobre todo de su problemático presente.

Poco se ha hablado de aquel proyecto que acompañó a la empresa a lo largo del milenio. El 26 de abril de 1999 a las 6 de la mañana Roberto Morrione, el director que dirigió la fase final de la construcción y logró obtener la finalización de la obra, presionó idealmente el botón que inició una transmisión que, como nos decíamos no sin ansiedad, ella no pararía más. Lo que se emitía era algo completamente nuevo para la televisión italiana: un canal exclusivamente informativo, ya los había, pero ni siquiera se había planteado la hipótesis de un equipo editorial basado casi exclusivamente en el flujo de información de la cadena. El proyecto en el que trabajamos desde 1997 nació de la petición explícita del contrato de servicios de la época, que exigía a Rai producir “al menos” un canal exclusivamente informativo. Estábamos en una de las muchas transiciones económicas de la empresa, coincidiendo con una nueva temporada política que se avecinaba. Un grupo directivo, liderado entonces por el director general Iseppi, se estaba agotando y se anunció una nueva etapa con la llegada al séptimo piso del dúo Zaccaria como presidente y Pierluigi Celli como nuevos directores generales. Dos expertos indiscutibles en cada rincón de la empresa, identificados con la defensa del servicio público.

Durante la transición tomó forma el proyecto todo informativo, que debía responder a una única limitación, repetida obsesivamente por quienes entraban y entraban: gastar poco, casi nada. Estábamos en medio del surgimiento de ese curioso enjambre de noticias y contenidos que Internet estaba empezando a difundir. Y de hecho, junto con los dos gigantes del mercado mundial de videonoticias, la BBC inglesa y la CNN estadounidense, se habló de nuevas iniciativas por parte de franceses, españoles, suecos e incluso italianos. Las noticias empezaban a costar poco, pero no estaba claro cómo utilizarlas en línea. Más aún en una empresa como Rai, que ya contaba con casi 2.000 periodistas entre TV y Radio, distribuidos en 8 periódicos. “¿Qué hacemos, crear otro?”.

Estuvimos bailando sobre esa cuestión durante varios meses, hasta que llegó al consejo de administración el proyecto que habíamos desarrollado para mantenernos dentro de los límites presupuestarios: un canal de postproducción, que trabajaría sobre los flujos de otros, tanto internos de la empresa – alrededor de 700 noticias. una jornada que la redacción de Rai produjo – a la vez externa, recogiendo y contextualizando la gran serpiente que empezaba a tomar forma en la red. Para ello, se diseñó con Sony un gran informativo, con una sala de redacción, la primera de la compañía, en la que los periodistas seguían, controlaban y comentaban las noticias mundiales que fluían por Internet y por el telepuerto, un caleidoscopio de casi 100 monitores conectados a las principales cadenas de noticias del planeta.

Fue una elección radical: por primera vez se planteó el problema de un periodismo de edición más que de testimonio. La novedad fue precisamente el hecho de que la información empezó a germinar directamente de los acontecimientos, con los primeros métodos de contenido generado por los usuarios. Y luego estaban las publicaciones de la Rai para garantizar la producción artesanal. Para dar sentido a esta elección, repito, impuesta ante todo por un pequeño presupuesto que sólo autorizaba a una redacción de 49 periodistas a cubrir las 24 horas. Una limitación que inicialmente nos obligó a no emitir los sábados y domingos, definiéndonos como el promedio de días trabajados.

Se trataba, pues, de dar sentido a esta elección, situando la cadena al final del ciclo de producción de la Rai, como escaparate continuo de lo producido, dándole visibilidad y una función de servicio tanto para los usuarios individuales como para el público profesional que Empezaba a necesitar estar siempre atento a la última información -tanto institucional- como la audiencia de organismos públicos, empresas e instituciones que debían estar constantemente actualizadas.

Era una posible estrategia. Pero no fue adoptado. Ninguno fue adoptado. La aldea corporativa estaba alborotada: los periodistas querían mantener el modelo de producción tradicional que hacía a cada periódico autónomo e independiente de los demás; los técnicos vieron un imperialismo de periodistas que asumían funciones como dirección y producción en vivo; los responsables del programa temían una limitación de su discreción y, sobre todo, los redactores de los periódicos veían al canal como un intruso, un competidor que amenazaba su independencia.

El símbolo y marca registrada del proyecto fue la multipantalla. Se trataba de una pantalla dividida en diferentes espacios: un vídeo central con el presentador, un icono de conexión a la red, un espacio para títulos y textos de acompañamiento. La idea era pensar el canal como un equipamiento de espacios públicos, desde las estaciones hasta el aeropuerto, o hasta comercios u oficinas, donde se pudiera consultar con los ojos, incluso sin sonido. Digamos una computadora al aire.

Todo esto se hizo añicos por el rechazo empresarial, y sobre todo por la indeterminación de la alta dirección de Rai que no pudo ni quiso decidir sobre las estrategias que suponía tal innovación. Partiendo precisamente de una idea inicial de recomponer las estructuras productivas de la empresa, y del reconocimiento de que la cadena era ante todo una fábrica de noticias antes que un escaparate de ellas. Esta visión supuso una revisión radical, de la que ahora empezamos a hablar, tanto del modelo de producción como de las figuras profesionales, con una tendencia a entrelazar funciones editoriales y funciones técnicas, con una centralidad de infraestructuras como los servidores, luego , y la nube hoy, y con el poder de selección y contextualización que ejerce la redacción. Como decíamos, estamos hablando de hace ya un cuarto de siglo. Por Viale Mazzini pasaban muchos tranvías y ninguno paraba en esa estación. Hablar ya de lo ocurrido en abril de 1999 podría ayudarnos a hacernos una idea de los errores y pifias, al menos para entender de dónde vinieron las bofetadas.

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