Hoy podemos contemplar a Jesús en el acto de instruir a sus seguidores sobre el modo en que están llamados a vivir su discipulado.
Para ello utiliza una metáfora: vivir tras sus huellas se puede comparar con atravesar una puerta estrecha. Las bisagras de esta puerta son dos: el amor a Dios y el amor a los demás y Jesús es la llave. El amor que Jesús enseña es algo exigente, que requiere un compromiso lleno de perseverancia.
Es un amor que nos enseña a escuchar la ligera brisa de la voz de Dios en la vida cotidiana, a aprender a reconocer sus huellas en nuestro camino y a amarlo.
Es un amor que nos lleva a estar al lado de quienes están cerca de nosotros, a reconocer que en ellos se refleja la misma imagen de Dios que podemos amar como nos amamos a nosotros mismos.
Es el Maestro quien primero experimentó esto, el amor al Padre y a los demás. Danos Señor hoy un corazón capaz de amar a Dios y a nuestro prójimo, que fue creado a su imagen.
Sara Zaccarini
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Fuente: Levántate y camina – el evangelio diario con comentario
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