
Davide Rusconi es parapléjico desde 2006. Según el Tribunal de Apelación, la responsabilidad es de su antiguo empleador, pero el empresario ha vendido la empresa y de los más de 700.000 euros que se le deben a la víctima, solo ha llegado una parte. en forma de propiedades
“He estado esperando durante 17 años”. David Rusconi, 37 años, está parapléjico desde 2006, cuando se cayó de un andamio mientras trabajaba en una empresa de construccion de la provincia de Lecco. “Estaba con mi padre y otros dos trabajadores, ayudando como aprendiz de albañil. Llevaba las herramientas para enlucir las paredes”, dice Rusconi a ilFattoQuotidiano.it. “En un momento me llamó mi colega que estaba en el andamio y me preguntó si podía ayudarlo a desmontar todo. Subí, sin haber recibido de la empresa sin cinturon de seguridad ni casco”. Luego la caída hacia atrás, que lo confinó a una silla de ruedas por el resto de su vida. Tanto en primera como en segunda instancia, el Tribunal le dio la razón, declarando “responsabilidad exclusiva del empleador en la causa del accidente”. del más allá 758.000 euros que se le debe, sin embargo, solo ha recibido una parte de la cual no puede monetizar.
la responsabilidad – El 15 de octubre de 2014 – antes de la audiencia de alegatos de primera instancia que llegó en diciembre del mismo año – la empresa propiedad del ex empleador fue vendido a hijo. Una transferencia de propiedad que incluye toda la sucursal de la empresa y “equipo, mobiliario, sistemas, maquinaria, bienes”. Entonces, el ex empleador se encontró técnicamente incapaz de compensar a Rusconi. La primera frase establecía que la culpa del accidente debía atribuirse al 70% a la empresapor lo que decidió recurrir a Apelar. La segunda sentencia de 2017 atribuye el 100% de la culpa al empresario, por lo que decidió no recurrir Casación. “Al principio mi jefe vino a verme y le preguntó a mi padre cómo estaba, siguió trabajando para ellos hasta que se jubiló”, explica Rusconi a ilFattoQuotidiano.it, “El escenario cambió después de eso”.
Las figuras – “No solo estoy enojado con mi patrón, también con las leyes del estado italiano”, aclara. Tras un largo proceso legal y burocrático y una escritura de embargo, la empresa tuvo que vender activos valorados en 410.000 euros a Rusconi. Un valor más de 300.000 euros inferior a la indemnización establecida por el juzgado y que Rusconi aún no ha conseguido monetizar. “El casas y terrenos quedaron sin vender”, explica, “dejé de hacer subastas porque hasta estas tienen un costo”. Además, cada vez que las ofertas fueron inferiores al valor de las propiedades en papel. Irónicamente, entre las propiedades que pasaron a manos de Rusconi también está aquella donde ocurrió el accidente. La única cantidad de dinero que ha llegado no es la establecida por las dos sentencias: 185.000 euros por adelantado del antiguo patrón en 2008. Rusconi puede entonces contar con lasubsidio de discapacidad que recibe todos los meses, por lo que el empresario tuvo que pagar al INAIL 315.000 euros.
La vida continua – “Yo vivo mi vida, abrí una imprenta. Sigo disfrutando de lo que tengo y amo lo que me rodea”, dice Rusconi. Casi veinte años después de haber se rompió la columna vertebral, perforó un pulmón y dañó la médula espinal seguir planeando nuevas iniciativas. “Sin embargo, mi condición me da varios problemas”, señala, sabiendo que puede contar con el apoyo incondicional de familiares y amigos. La fotografía y el fútbol son sus dos pasiones, pero desde hace varios años forma parte activa de la Hoguera de los Muchachos de Casargo (Lecco). “Somos un grupo de muchachos que han continuado con esta tradición durante más de 300 años”, dice. Cada Navidad se enciende una hoguera en torno a la cual se reúne la comunidad. “En torno a esto siempre organizo muchas actividades, para involucrar y entretener a mi país que siempre me ha dado tanto”. Y hay más: desde 2019 Rusconi ha comenzado a trabajar en un cómic sobre este tema. La decepción, sin embargo, permanece: “Al final, con la frase que me dio la razón, puedo hacer un hermoso cuadro para colgarlo en la pared”, razona. “¿Podemos decir que ganó mi jefe?”.