Los precios bajan y las listas de espera se reducen.

Los precios bajan y las listas de espera se reducen.
Los precios bajan y las listas de espera se reducen.

Los números hablan claro y marcan el cambio de hábitos, dictado no sólo por los costos, sino también por un enfoque sociocultural que ha modificado significativamente el orden de los entierros a lo largo de los años. Sucede en toda Europa y también en Italia, incluida Roma. La cremación, como opción adicional al entierro, se ha convertido en una opción cada vez más popular en los últimos veinte años. Baste decir que, por ejemplo, en 2001 se autorizaron 3.711 cremaciones en la capital y veinte años después, o en 2021, el volumen había alcanzado más de 16.000 autorizaciones.

LOS NÚMEROS

En las instalaciones del cementerio Flaminio, las cremaciones el año pasado fueron 18.633, aunque con un número menor de defunciones. El año pasado fueron 32.071 y la elección por las cenizas representó el 58%. De ahí la necesidad, a medida que crece la demanda, de mejorar el sistema existente también para evitar esa desagradable situación de tener almacenes llenos de ataúdes esperando a ser incinerados o la desagradable carga de tener que encontrar un lugar fuera de la ciudad que pueda realizar un seguimiento claro y voluntad legítima. Como ya hemos dicho, la elección es en parte cultural y obedece a un cambio de hábitos que se ha extendido por toda Europa (pensemos, por ejemplo, que en Gran Bretaña el porcentaje de cremaciones sobre los fallecidos supera el 67%). Luego también hay implicaciones económicas. El coste de un “nicho para adultos” varía según la ubicación desde un mínimo de 418 euros hasta un máximo de 3.500 euros. A esto hay que sumar los gastos del entierro (170 euros por la tumba, 320 euros por el terreno). La cremación, sin embargo, cuesta 400 euros. Sin embargo, desde hace algún tiempo la situación es problemática, con “picos” de problemas críticos que alcanzan su punto máximo en los meses de verano, especialmente en agosto.

LOS TIEMPOS

En Flaminio hay por término medio unos 300 cadáveres en espera de ser cremados, en el mejor de los casos en contenedores refrigerados o en tubos “inocentes”. Por lo tanto, el importe de los atrasos se ha vuelto sistémico y ciertamente poco digno para las familias que se ven obligadas a esperar una media de treinta días para poder proceder a la cremación de un ser querido. La situación es muy clara para el departamento de Protección Ambiental que señala que en las condiciones actuales la solicitud ha aumentado exponencialmente, pasando del 8% al 67%. Sin embargo, gracias a los recursos asignados en el último presupuesto, Ama pudo lanzar una licitación para la construcción de un nuevo horno. Las obras están en marcha y finalizarán a más tardar la próxima primavera. El objetivo es entrar en el “sistema” con un nuevo sistema ya a finales del primer semestre de 2025. Mientras tanto, se ha derogado la tarifa de cremación fuera del municipio, eliminando un inconveniente para los ciudadanos.

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