¿Qué modelo de Europa querría la ultraderecha? Meloni tira la máscara

¿Qué modelo de Europa querría la ultraderecha? Meloni tira la máscara
¿Qué modelo de Europa querría la ultraderecha? Meloni tira la máscara

“Queremos cambiar Europa”, dice el Primer Ministro. Junto a Salvini. Y el problema es que quienes hablan de Europa, proponiendo líneas de cambio peligrosas, son políticos que no han aceptado las lecciones de Spinelli y Ventotene y no aceptan las raíces antifascistas de la UE.

Si en el pasado los miembros del actual gobierno, de diversas maneras, y sus preocupantes aliados europeos declararon que querían sacar a sus respectivos estados de la Unión, ahora no ocultan su intención de cambiar Europa. Incluso durante la campaña electoral oímos a menudo declaraciones como “se acabó la diversión para Europa” o “queremos una Europa diferente”. El problema es que quienes hablan de Europa, proponiendo líneas de cambio peligrosas, son políticos que no han aceptado las lecciones de Spinelli y Ventotene, y que no se reconocen plenamente en la experiencia fundacional del proyecto europeo, la resistencia y la aversión a El nazifascismo y, más en general, cualquier forma de nacionalismo fuerte, causa de guerras y odios culturales sin sentido.
Si bien la Primera Ministra Meloni, al menos aparentemente, ha adoptado, en las situaciones internacionales más expuestas, tonos y actitudes basados ​​en formas de mayor equilibrio para gestionar la diplomacia de forma camaleónica en beneficio propio, no ha renunciado, sin embargo, a en el proyecto de cambiar “Europa a su imagen”, y esto lo hemos visto continuamente. Y en los últimos días hemos asistido a un episodio de este tipo que resulta muy triste.
Los Ministros del Interior de 15 países de la UE, entre ellos Italia, descontentos con el nuevo Pacto sobre migración y asilo aprobado recientemente -que ya está reduciendo drásticamente la actitud de solidaridad y humanidad que debería guiar a Europa- han enviado una carta a la Comisión en la que Esperan que se adopte el modelo de Ruanda, como en la Gran Bretaña del conservador Sunak.
Por lo tanto, no sólo la externalización de las fronteras -independientemente de que dependamos de regímenes autoritarios como los de Libia, Túnez y Turquía- sino también la intención de subcontratar la clasificación -casi como si los inmigrantes fueran una mercancía para ellos, sujeta a retorno si No es bueno para nuestros intereses. Cada vez más en Meloni & Co hablamos de Europa Fortezza.
Sin querer hacer comparaciones mecánicas, me acordé, sin embargo, del mismo libro con el que comenzó mi intervención en las páginas de Left el mes pasado: LTI. La lengua del Tercer Reich. El cuaderno de un filólogo, de Victor Klemperer. El estudioso que vivió bajo el régimen de Hitler observó una expresión central de la propaganda ideológica nazi, la “Europa fortaleza”, que debía encerrarse en un espacio puramente físico (y por tanto estrecho y limitado) en el que reconocerse obsesivamente, anulando todo contacto con diferentes culturas para mantener su pureza en aislamiento y continuar la batalla para destruir a otras. Klemperer recuerda también que en 1938 los discursos de Mussolini y Hitler alimentaron la idea de un trabajo conjunto para el proyecto de una nueva Europa, la que acabamos de describir.
A pesar de la distancia de los años, el libro mantiene su convincente relevancia también en este punto. Y, hoy como entonces, algunos dirigentes políticos no comprenden que el espacio europeo es un espacio mental y cultural, por tanto abierto, sin fronteras reales que imponer por la fuerza. En las páginas del cuaderno, Klemperer recuerda algunas de sus investigaciones académicas sobre la concepción de Europa en la cultura francesa: como estudioso había destacado cómo era un “espíritu” y no una pertenencia territorial lo que definía ese espacio, y Precisamente por eso era una Europa extensible, sin que ello supusiera el riesgo de perder sus raíces, más bien renovadas y redescubiertas en los distintos encuentros, precisamente porque la auténtica imagen de Europa era, es y debe permanecer “en términos de pacifismo, de internacionalismo y de humanidad »

El autor:Matteo Cazzato es estudiante de doctorado en filología en la Universidad de Trento.

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