Los años dorados del tenis. Aquella vez que Barazzutti le pegó a un recogepelotas a los ‘reds’ del Gran Hotel

Los años dorados del tenis. Aquella vez que Barazzutti le pegó a un recogepelotas a los ‘reds’ del Gran Hotel
Los años dorados del tenis. Aquella vez que Barazzutti le pegó a un recogepelotas a los ‘reds’ del Gran Hotel

Había una gran multitud alrededor de la pista de tenis número dos del Grand Hotel de Riccione. La multitud que miraba el balón ocultaba a Corrado Barazzutti y Marco Consolini, que en el caluroso verano de 1976 competían por una plaza en la fase final del torneo Fabrizio Matteoli. Corrado era el más involucrado de todos en esa cancha de tenis, Fabrizio era un amigo suyo que falleció demasiado pronto y las victorias en aquella competición tenían que ser un homenaje para él. Sin embargo, las cosas no salieron según lo planeado. Una vez superados los primeros rounds, Consolini estaba demostrando ser un muro insalvable que había conseguido arrastrar al futuro campeón de la Davis hasta el tercer set.

A Barazzutti le pesaba el brazo, sus tiros eran más mecánicos de lo habitual y la bajada a la red parecía una carrera interminable, por no hablar de la mente. Esto se vio empañado por los numerosos pensamientos que se perseguían entre los campos que miraban al mar del Gran Hotel. El campeón se había dado cuenta de ello y estaba intentando por todos los medios ganar, primero consigo mismo, pero la ira seguía aumentando. Al servicio de Consolini, Barazzutti falla un balón demasiado fácil. A partir de ahí todo se vuelve turbio. Corrado no lo puede creer, se da vuelta y sin pensar tira la raqueta en un gesto liberador. Los apagados silbidos del público que lo rodea vuelven a abrir la puerta al mundo terrenal y el tenista regresa a la cancha de arcilla roja. La raqueta de madera no acaba contra un cartel publicitario, sino que encuentra la ceja de un joven recogepelotas que se encuentra al final de la pista. La sangre que sale cerca del ojo del chico no deja mucho que pensar al juez de silla que, como un trueno, lanza una suspensión nacional de cinco meses contra Barazzutti.

Corrado, inconsolable, no puede creer el gesto que acaba de hacer. Sin embargo, no se dio cuenta de que acababa de realizar uno de los gestos más sensacionales de la historia del tenis de Riccione, el de los grandes nombres y VIP que invadían las pistas de tenis a orillas del mar de La Perla en los meses de verano.

En el medio siempre estuvo Alberto Palmieri, el maestro romano que entrenó a Panatta y Bertolucci en su juventud, que en los meses cálidos venía a enseñar a Riccione en las canchas del Gran Hotel, el Hotel Corallo y las de Villa Mussolini. “Mi padre organizaba el tenis en Riccione junto al mar – dice su hijo Stefano -. De junio a agosto permanecía en Romaña y luego, en los meses de invierno, regresaba al club Parioli”. Fue una ronda continua de nombres, no sólo de grandes figuras del tenis. “Entre los amigos de Alberto estaba Adriano Celentano, jugaban a menudo en las canchas del Grand Hotel. Pero también Walter Chiari y Paolo Villaggio. Mi padre pensaba en todo para que cualquiera pudiera entrar a las canchas de tenis, cada año preparaba ‘El niño de mamá’. un torneo dedicado a los jóvenes tenistas”. Nadie escapó, a la orilla del mar el verano giraba exclusivamente en torno al tenis.

Federico Tomasini

NEXT haciendo cola a pesar del calor