Ambrogio Beccaria gana la Ostar, una carrera transatlántica en solitario, de Plymouth a Nueva York

Ambrogio Beccaria gana la Ostar, una carrera transatlántica en solitario, de Plymouth a Nueva York
Ambrogio Beccaria gana la Ostar, una carrera transatlántica en solitario, de Plymouth a Nueva York

Nueva York. En 1960 Francis Chichester, todavía no Sir, con su tercer Gipsy Moth, ganó la primera edición del Ostar, regata transatlántica en solitario, de Plymouth a Nueva York en cuarenta días, doce horas y treinta y seis minutos. Ambrogio Beccaria cruzó la meta, a cien millas de la entrada de Big Apple Bay, después de once días, dieciséis horas, diecisiete minutos y cincuenta y cinco segundos con su Clase 40 Alla Grande Pirelli.. En menos de seis meses se trata de la segunda victoria del regatista milanés, pero la primera en solitario, en la regata más antigua, aunque la salida y la llegada han cambiado con el paso de los años. Esta vez, el 28 de abril, los navegantes solitarios zarparon de Lorient, en Bretaña.

“La Ostar no es sólo la más antigua de las regatas en las que estás solo con tu barco, sino también la más difícil”, explica Giovanni Soldini, que participó cinco veces, ganando una en la categoría de cincuenta pies en 1996 y otra en la Clase 40 pies (la misma que Beccaria) en 2008. “Se navega hacia el norte, sin la ayuda de los vientos alisios que te empujan hacia el calor como en todas las demás regatas que conducen hacia el Caribe. Cuando te acercas a América del Norte parece que el nuevo mundo quiere enviarte de regreso a Europa: niebla, frío, corriente contraria, clima en constante cambio. Ambrogio hizo algo extraordinario”.

Hace quinientos años el primer occidental en entrar en la bahía de Nueva York, para explorar esta zona donde los indios Lenape vivían en paz y se alimentaban principalmente de ostras de las cuales la bahía era muy rica, fue otro italiano: Giovanni da Verrazzano y hoy en llegar En One 15 Marina de Brooklyn Ambrogio Beccaria pasó bajo ese puente que lleva el nombre del navegante toscano que llegó en 1524 en representación de Francia. “No conocía a Da Verrazzano, lo descubrí hoy gracias a una entrevista”.

Beccaria atracó en un día lluvioso y frío de mayo que parece noviembre en Bretaña. Desde que cruzó la meta hasta que pisó tierra transcurrieron unas quince horas, porque el tráfico comercial es muy intenso y había obligación de avanzar a una velocidad de diez nudos. “Nueva York pareció no llegar nunca”, dijo Beccaria una vez amarrado, “primero la niebla, luego la lluvia y de repente aquí aparece este increíble horizonte. Lo había estado hace quince años, pero llegar del mar es una emoción que te deja sin palabras.”

Fueron once días de pasión, donde descansar, y mucho menos dormir, era una quimera. Velas rotas, varias averías, una carrera de puenting con Ian Lipinski, el navegante francés que, entre un agujero en el viento y una corriente contraria, era el oponente más difícil de mantener a raya: “También tenía una ventaja de ochenta millas, que luego me perdí en veinticuatro horas cuando me quedé atrapado en una zona sin viento y la Corriente del Golfo me empujó hacia atrás. A veinte millas de la meta tuve un problema con el timón, no conseguí la victoria hasta el momento en que crucé la meta: 11.47 de la tarde en Nueva York, 3.47 de la noche en Italia”.

Un niño italiano que vive en Nueva York llegó al puerto con una bandera italiana para ondear y firmar. A pesar de que los medios franceses, acostumbrados a festejar a sus regatistas, lo bombardean con preguntas, su francés es perfecto: “No puedo decir que haya sido mi regata más difícil, porque estaba muy bien preparado. Me encantaba navegar en el Atlántico Norte, me gusta mucho más que dejarme llevar por los vientos alisios hacia el calor, al cabo de un tiempo me aburro.”

Con Beccaria hay ahora una flota de jóvenes herederos Soldini: “todos geniales”. Alberto Bona con Ibsa en Ostar quedó quinto. En la misma regata, pero en la categoría Imoca 60, Giancarlo Pedote con Prysmian logró llegar a pesar de quedarse prácticamente sin timón y en noviembre estará por segunda vez en la salida de la vuelta al mundo en solitario. Hace menos de un mes Alberto Riva con Acrobatica quedó segundo en una travesía tripulada de Francia a Martinica. En definitiva, salimos a navegar desde el Mediterráneo de puntillas y ahora estamos al mando de la flota.

NEXT “Aún no hay autopsia, existe el riesgo de que la verdad desaparezca”