“Con el rey Cecconi éramos verdaderos amigos. El día de…”

Nos acercamos cada vez más al domingo, día en el que se cumplen 50 años del primer Scudetto Biancoceleste de la “Banda Maestrelli”. Antes del partido contra el Empoli habrá un recorrido por el campo con los veteranos del scudetto del 73-74 y los hijos de quienes lamentablemente verán el partido desde las gradas de la Lazio.

Martini en Radio Radio

Hablando en Radio Frecuencias de radio, Luis Martini habló de su compañero, pero sobre todo de su gran amigo Luciano Re Cecconi, el ángel rubio.

“¿Rey Cecconi?

Si analizamos detenidamente la palabra ‘amistad’, lo abarca todo. Éramos verdaderos amigos en el verdadero sentido de la palabra. Cuando uno de nosotros necesitaba al otro, sabíamos que podíamos contar el uno con el otro. En el campo podía ejecutar mis acciones porque sabía que Luciano me cubriría. Compartíamos la misma habitación y ambos teníamos familias. Estábamos profundamente conectados el uno con el otro. Cuando desapareció así, al principio ni siquiera pude sentir el dolor, porque lo rechacé. Luego, cuando tomé conciencia de su ausencia, sentí un vacío tan grande que entendí que el fútbol llegaba a su fin para mí”.

“Cuando le dije a Luciano que al día siguiente empezaría un curso de paracaidismo, me respondió: ‘Eres un idiota’. Pido disculpas por la palabra, pero Luciano la usó a menudo y te da una idea. ‘Tienes buena cabeza, pero buenas piernas, quieres arruinarte las piernas’. Le respondí: ‘Mira Luciano, me voy mañana’. Al día siguiente, cuando decidí hacer la capacitación, me acerqué a mi auto y él ya estaba adentro porque yo también escribo. Entonces, en nuestra amistad, había una rivalidad muy fuerte a la que nos enfrentábamos cada vez por todo. Luciano no estaba tan convencido de saltar en paracaídas con una bolsa al hombro, pero cuando se abrió la puerta del avión y ya no estaba… el instructor dijo ‘dos ​​minutos para saltar’, me miró y me hizo una señal. Me dijo con la cabeza ‘eres muy estúpido’, y le respondí ‘vamos a sumergirnos y luego a bajar, luego hablaremos de eso cuando lleguemos al suelo’. Así es la vida, en definitiva, así es la vida vivida. Cuando lo pienso, de vez en cuando, cuando estoy sola, me ayuda a pasar el tiempo con estímulos emocionales que me ayudan mucho.”

“Tenía una cita con él en Fleming, lugar donde sufrió el accidente que finalmente le provocó la muerte. Llegué 4 o 5 minutos tarde y había 300 o 400 personas alrededor de esa joyería. Me vio un amigo con otro amigo en común y me dijo: ‘Le dispararon a Luciano y se lo llevaron hace ya tres minutos para San Giacomo’. Corrí rápidamente hacia San Giacomo, llegué y encontré al doctor Renato Ziaco, que me tomó del brazo. Inmediatamente comprendió que había pasado algo grave y me preguntó si quería ver a Luciano. Le dije que sí y fui hacia él. Lo encontré acostado en un catre. El doctor Ziaco tomó mi mano y la colocó cerca de uno de los riñones de Luciano, diciéndome: ‘Esto es lo que lo mató’. Se podía sentir la bala que no había salido, pero estaba muy cerca del riñón. Explicó que la hemorragia lo había matado, no la bala, ya que ésta le había impactado en la columna, había viajado hacia abajo y le había causado un sangrado tan extenso que su corazón dejó de latir con regularidad. Estas fueron las palabras del Dr. Ziaco, dichas más para distraerme que para explicar la situación en detalle.”

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