por Fabio Gennari
Vuelve atrás, relee el título. ¿Hecho? Bien, porque podríamos parar aquí. Podríamos atenernos tranquilamente a los hechos. Mirando la realidad a la cara y diciéndonos, sin pelos en la lengua, que no hace falta mucho para pintar los contornos de una noche mágica. Una noche que se intenta saborear a la espera porque después, con el pitido final, “sólo” quedará un resultado.
El hecho de que “ese” resultado represente algo que nadie en Bérgamo ha experimentado nunca es crucial para entender cómo se pueden saborear las horas restantes, los minutos que faltan, los segundos que faltan. Vivir. Compartir.
A las 21 horas de esta tarde (9 de mayo), en Viale Giulio Cesare, se encuentra Atalanta-Marsella. El partido de ida es un detalle que importa sólo porque se lesionó Kolasinac, esta noche saldrán al campo 11 contra 11 con el balón en el medio y Gil Manzano (el árbitro) pitando. No hay duelos individuales, hay un enfrentamiento por equipos del que debe salir un ganador. Sin bordados, sin demasiadas valoraciones técnico-tácticas. Necesitamos ganar, pase lo que pase. Necesitamos ganar para ir a Dublín, a la final de la Europa League.
La carga de emociones es fuerte, incluso por parte de la persona que te escribe. Es un privilegio hacer este trabajo en este momento. Luego están Bérgamo, Atalanta y su gente. Esas personas que en Marsella intentaron hacer de escudo, casi humano, del rugido del Velódromo hacia el grupo. Esta vez seremos 14.500 contra 750, la voz y las palmas tendrán que perforar el cielo sobre el estadio Gewiss. Ya casi no queda tiempo, es jueves y esta noche a las 21 hay Atalanta-Marsella. Estamos listos, ¿y tú?
