Como suele suceder, una palabra nace con un significado y luego, con el tiempo, adquiere otro, si no completamente diferente, al menos parcialmente ampliado.
Este es el caso de “underdog”, término inglés que originalmente designaba esencialmente a un atleta o equipo que era el perdedor en una competición deportiva y, en consecuencia, en los pronósticos. Un concepto que se ha extendido a los resultados políticos y electorales.
En resumen, los perdedores pertenecen a la categoría de “perdedores”, incluso perdedores, que para prevalecer deben revertir las previsiones. Y es en este sentido que el neologismo también fue aprobado recientemente por la Primera Ministra Giorgia Meloni, hablando de su ascenso a la cima del Estado.
Así, de significar una persona desfavorecida y derrotada desde el principio, desvalido pasa a ser una palabra con un significado positivo, subrayando cómo es posible, frente a la capacidad personal, la determinación y las circunstancias históricas particulares, superar las expectativas y recompensar a quienes parten desde atrás. fila.
En este sentido entra en uso común en referencia al concepto de inclusión, como ejemplo de comportamientos y resultados capaces de producir cambios sociales y derrotar preconceptos y prejuicios. Ser underdog se parece cada vez más a una declaración de redención y orgullo, de alguien que logró triunfar a pesar de la parrilla de salida.
Editado por Olga Mugnaini.