¿Qué es el sulfuro de hidrógeno, el gas que mató a los trabajadores de Casteldaccia?

¿Qué es el sulfuro de hidrógeno, el gas que mató a los trabajadores de Casteldaccia?
¿Qué es el sulfuro de hidrógeno, el gas que mató a los trabajadores de Casteldaccia?

Ciertamente no es un enemigo silencioso. El sulfuro de hidrógeno que mató a los trabajadores de Casteldaccia sabe cómo hacerse notar. Su olor a huevo podrido es inconfundible (e insoportable). Los entornos en los que normalmente se forma (alcantarillas o pozos de hidrocarburos) lo convierten en un gas Erebus.

“Degradación anaeróbica”

“El sulfuro de hidrógeno se forma a partir de la degradación de la materia orgánica. Esta degradación se produce por bacterias en un ambiente anaeróbico, es decir, en ausencia de oxígeno”, explica Luigi Petta, ingeniero, jefe del laboratorio de gestión del agua de Enea, la agencia nacional de nuevas tecnologías, energía y desarrollo sostenible.

“Es un veneno muy potente”, confirma Carlo Locatelli, toxicólogo, director del Centro de Toxicología Maugeri de Pavía. “Desde los pulmones pasa al torrente sanguíneo y mata todas las células en las que se propaga. Las más afectadas son las que tienen un mayor metabolismo, por tanto corazón y cerebro”.

Los remedios, una vez inhalados, son pocos. “Es tan tóxico como el cianuro, pero a diferencia del cianuro no tiene antídoto. Cuando ocurren accidentes, podemos intentar tratar los síntomas y reanimar a las víctimas”.

Hidrógeno, pero también metano y monóxido de carbono.

En las tuberías de alcantarillado no faltan sustancias orgánicas degradantes. Hay pequeñas cantidades de oxígeno, pero ciertamente no demasiado aire circulando allí.

“En el fondo de las tuberías de alcantarillado, en ausencia de oxígeno, se desencadenan reacciones anaeróbicas”, explica Petta. “Además del sulfuro de hidrógeno, se forman metano y monóxido de carbono, otros gases nocivos para la salud”.

Casteldaccia, cinco trabajadores murieron a causa de los humos del sistema de alcantarillado. Dos de ellos se habían apresurado a salvar a sus compañeros.

por Alessia Candito y Francesco Patané

06 mayo 2024

Concentraciones altas (y mortales)

En altas concentraciones, el gas que huele a huevos podridos (también llamado sulfuro de hidrógeno) puede matar en 5 minutos. Los primeros síntomas son tos, dolor de cabeza y mareos. Sin embargo, a menudo llegan demasiado tarde para que alguien pueda escapar.

“Es bien sabido que las alcantarillas son lugares peligrosos”, confirma el ingeniero de Enea. “Recuerdo haber escuchado esto de mis profesores en la universidad. Por eso sólo se puede bajar con mucha protección”.

Quienes trabajan en alcantarillados o con hidrocarburos y corren el riesgo de encontrarse con este gas suelen llevar un casco capaz de detectar incluso los mínimos rastros del mismo. “En caso de alarma, empieza a sonar de forma insoportable”, explica Locatelli. “En ese caso sólo queda una cosa por hacer: ponerse la máscara de oxígeno y escapar”.

Los residuos putrefactos

Además del caso de la escuela de alcantarillado, existen situaciones más sutiles. Uno de ellos pudo haber engañado a los trabajadores fallecidos en Casteldaccia, en el barrio de Palermo. En los ríos ricos en algas pútridas, el sulfuro de hidrógeno puede provocar la muerte repentina de los peces. Para los seres humanos, el peligro puede provenir de los tanques donde se dejan reposar durante largos períodos los desechos putrefactos.

“A veces se forma una costra en la superficie de estos tanques”, explica Petta. “Allí puede crecer hierba, no da la impresión de estar en peligro. Pero si la corteza se rompe al pisarla con el pie, las bolsas de gas que se han acumulado con el tiempo en el tanque pueden escapar, intoxicando a quienes están cerca. O corres el riesgo de caer.”

El precedente en Pavía

En Villanterio, en la provincia de Pavía, otro trabajador murió en un tanque de excrementos animales en 2021. Todo parecía en calma, estaba liberando una bomba que se había atascado con la tubería de agua. Una bocanada de sulfuro de hidrógeno lo golpeó y mató también a su colega que había corrido a salvarlo.

Cuanto más aumenta su concentración, menos percibe su sentido del olfato.

Aunque es fácilmente reconocible, el gas tiene dos características que lo hacen insidioso. La primera es que cuanto más crece su concentración, más nuestro olfato deja de percibirlo: como si nos anestesiaran la nariz.

La segunda es que, al ser más pesado que el aire, tiende a acumularse en las partes inferiores de tanques y cubetas. Para salvarse, los afectados deben hacer el esfuerzo de volver a subir. Sin embargo, subir las escaleras en condiciones de asfixia puede ser una tarea demasiado difícil.

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