Certa Stampa – AYER Y HOY / 13 DE FEBRERO DE 1953


Publicado: 05 de mayo de 2024

“Il Messaggero” del 13 de febrero de 1953 publicó un artículo de Nino D’Amico titulado: “El Liceo Musicale Braga, una gloriosa institución de Teramo”. El motivo del artículo lo explicaba el titular, que decía: “Volverán días mejores”. Estaba claro que los que allí vivían no lo eran, de hecho, quizás eran los peores. El instituto atravesaba uno de los períodos de dificultades recurrentes: al ser un instituto sólo remunerado y reconocido, pero no a expensas del Estado, vivía únicamente de la contribución de los organismos públicos, que ajustaban el presupuesto y ponía en peligro la supervivencia de la “gloriosa” escuela secundaria. El resumen esperaba que la escuela secundaria pudiera convertirse en el deseado centro de estudios musicales en la región, con la reanudación de aquellos programas musicales de los que Teramo siempre había estado orgulloso. El problema del liceo musical vuelve a ser noticia, escribe D’Amico, y hablar de ello podría parecer como pronunciar un discurso especial, de esos que se recitan delante de un muerto. Daba la impresión de seguir hablando en vano, mientras el pobre liceo musical agonizaba. Parodiando el Hamlet de Shakespeare, D’amico se preguntó: “¿Dejarle vivir o no dejarle vivir? Esa es la pregunta.” Noventa de cada cien habitantes de Teramo estaban especialmente interesados ​​en resolver el problema del instituto de música. La política no tenía nada que ver en el asunto, o al menos eso parecía, pero se trataba de salvar una de las instituciones más ilustres de la ciudad y hablar no bastaba para salvarla. Necesitábamos los hechos, o mejor dicho, los medios. Muchas personas falsamente sordas podían oír o no oír y, para su beneficio, el columnista contó una breve historia de cómo comenzó la perturbación.
Lo primero que hay que decir es que el colapso del instituto musical había comenzado con el colapso del Ayuntamiento de Teramo, que junto con la Provincia tenía la tarea de apoyarlo. Algunas instituciones, aunque demasiado caras, no podrían tener una vida efímera. Y en cambio, eran evidentes los problemas del liceo musical, las inquietudes de quienes querían que sobreviviera, los justos resentimientos de los profesores sin salario, las volteretas de la pobre y valiente secretaria, que ya no sabía qué hacer. El instituto parecía encaminarse inexorablemente hacia su fin. La pregunta surgió espontáneamente. ¿Qué hicieron las otras organizaciones? El Municipio quedó fuera de discusión porque, sin medios, la Provincia quedó como única proveedora de fondos. Y la Provincia había llevado recientemente el problema al Consejo para su examen, se había dicho que era necesario intervenir, tras el fracaso de una especie de consorcio ideado por el actual comisario de secundaria, se había propuesto incluir a todos los Municipios. en el propio consorcio de la zona de Teramo y, mientras tanto, confiar la gestión temporal del instituto a la Administración Provincial. La propuesta también se basó en razones de practicidad y prudencia administrativa. Se había aprobado una agenda favorable a la propuesta y en ella se basaba la esperanza de quienes soñaban que el liceo musical de Teramo volviera a la vida y tal vez viera días mejores, aquellos de merecido esplendor. Por tanto, basta de hablar, escribió D’Amico, era necesario aportar hechos y, aunque la opinión pública estuviera dividida, la propuesta de un organismo floreciente como la Provincia no podía ser rechazada, a pesar de los prejuicios de muchos. Podría haber sido el preludio de una absorción, lo que habría sido visto muy favorablemente por profesores y estudiantes. Los días de ansiedad terminarían y la desconfianza se transformaría en un deseo indomable de cooperación. Era necesario, sin embargo, abandonar prejuicios y miedos, y esperar que el renacido liceo musical pudiera convertirse en el ansiado centro de estudios musicales de la región.

ELSO SIMONE SERPENTINI

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