Clima loco y destrucción de ecosistemas, la alarma de las asociaciones de apicultores de Friuli Venezia Giulia

Clima loco y destrucción de ecosistemas, la alarma de las asociaciones de apicultores de Friuli Venezia Giulia
Clima loco y destrucción de ecosistemas, la alarma de las asociaciones de apicultores de Friuli Venezia Giulia

FVG – Primero el calor anómalo y las floraciones tempranas. Luego volvió el frío con temperaturas inferiores a las medias y lluvias prolongadas que comprometieron el ciclo natural de floración, especialmente de la acacia, una de las principales fuentes de néctar para las abejas y que representa más del 50% de la producción anual de miel en términos cuantitativos y de ingresos.

Parece que no hay paz para las abejas, pero tampoco para los apicultores que, ante una cosecha nula de miel, se ven obligados a intervenir rápidamente con importantes alimentaciones de emergencia para mantener vivas a las colonias, que durante su actividad de búsqueda de alimento no pueden recolectar suficiente néctar para asegurar su supervivencia.

Todo esto traducido significa no sólo pérdida de ingresos, sino sobre todo cargos adicionales para evitar el colapso de las colmenas.

Hacer sonar la alarma para las numerosas empresas que “se enfrentan a la perspectiva de pérdidas importantes y al compromiso de sus actividades” todos los presidentes de las asociaciones de apicultores de Friuli Venezia Giuliaquienes a través de su persona de contacto, Elia Infanti, enviaron al concejal competente, Stefano Zannier, una sentida carta en la que denuncian que «sin intervenciones inmediatas el sector sufrirá un golpe irreparable, con consecuencias a largo plazo para la economía local y la biodiversidad. Por no hablar del riesgo real para muchos pequeños empresarios apícolas de tener que cerrar permanentemente.”

De ahí el llamamiento a la Región y, en concreto, al departamento de agroalimentación, silvicultura, pesca y recursos de montaña. «Los apicultores de Friuli Venezia Giulia – continúan los representantes de la categoría – ya han visto a su lado a la administración regional que, gracias a intervenciones específicas, ha permitido consolidar un sector productivo que ya es muy frágil en sí mismo pero también muy importante para la naturaleza que nos rodea. La situación, sin embargo, que no dudamos en calificar de trágica – denuncian – requiere un cambio de ritmo con intervenciones estructurales urgentes. por parte de las autoridades competentes y apoyo concreto a las numerosas empresas afectadas para evitar “enviar las colmenas al matadero”, como ya ha ocurrido en otros sectores agrícolas cuando la agricultura ya no era económicamente sostenible. Es fundamental adoptar medidas de protección del medio ambiente y una indemnización compensatoria por colmena para hacer frente a estos factores estacionales, preservar a las abejas, garantizar su acción polinizadora en el territorio y mantener la continuidad de la producción de miel, un recurso natural de inestimable valor”.

La biodiversidad está en riesgo

La falta de recursos alimentarios para las abejas amenaza la supervivencia de las colmenas, poniendo en riesgo a todo el sector apícola. Además, el impacto en el sector apícola no se limita sólo a la producción de miel. La disminución de las poblaciones de abejas también tiene obviamente repercusiones negativas en la polinización de los cultivos agrícolas, comprometiendo aún más la seguridad alimentaria y la economía local.

«Mientras las abejas y los apicultores luchan por adaptarse y sobrevivir al cambio climático, con el mal tiempo persistente y la falta de apoyo económico estructural de las instituciones regionales, nacionales y comunitarias, ¿la comunidad –preguntan los apicultores– ha entendido plenamente cómo es importante el sector apícola? “

«Estamos sacrificando nuestro ecosistema en aras del beneficio a corto plazo. El uso de suelos fértiles para la instalación de sistemas fotovoltaicos, la desaparición progresiva de los pastos, el abandono de zonas marginales que, por tanto, están colonizadas únicamente por plantas inútiles para los polinizadores, la práctica brutal de erradicar ecosistemas perfectamente equilibrados como sus rivales y las “arboledas”. dar espacio a monocultivos intensivos como la vid y algunos cultivos herbáceos no destinados a la cadena agroalimentaria, sin mencionar especies que ya no son atractivas para las abejas como el girasol alto oleico y la colza alto oleico, hacen que el medio ambiente, desprovisto de recursos para insectos polinizadores y otras especies animales fundamentales para mantener la biodiversidad”.

De ahí el recurso final de los apicultores para poner freno a lo que no dudan en definir como «una carrera hacia el declive, donde nuestra ignorancia e indiferencia están llevando a la extinción no sólo a las abejas, sino también a una pieza fundamental del ecosistema. ¿Hasta cuándo –concluyen– podremos permitirnos el lujo de ignorar estas cuestiones antes de que sea demasiado tarde?”.

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