Una cría de halcones en el edificio de la región del Lacio

Deambulan por la región del Lacio. Pero esta vez no se trata de políticos. Una pareja de halcones peregrinos interceptados por la asociación Ornis Italica anidan en el tejado del edificio de cristal de Via Cristoforo Colombo. El nido está situado bajo un conducto de aire acondicionado, correspondiente a la letra G del escrito que destaca en via Rosa Raimondi Garibaldi. “Desde hace algunos años vigilamos a estos dos ejemplares”, nos cuenta el investigador Giacomo Dell’Omo. “En el pasado también intentaron instalarse en el tejado del Ministerio de Medio Ambiente, en via Cristoforo Colombo 44, pero la lluvia interfirió con la eclosión y no nació ningún polluelo”.

La actividad de Ornis Itálica

Al parecer, cierta predilección por los cargos institucionales. Bromas aparte, los movimientos de las aves permiten a los investigadores de Ornis Italica estudiar sus hábitos y comportamiento. “Es un campo de trabajo aún poco desarrollado”, continúa Giacomo Dell’Omo, “somos un grupo de ornitólogos que intentamos dar nuestra contribución científica sobre las especies silvestres”.

Hay más de 121 especies de aves que viven en la capital, según informa el sitio web de WWF Roma y Área Metropolitana. En resumen, no sólo palomas. De hecho, debido al aumento de las gaviotas, de las que son presa, las palomas están disminuyendo. “En cambio, el número de loros, halcones y estorninos está aumentando y se están desplazando hacia el sur desde el norte de Europa. Los cormoranes, pues, pueblan las orillas del Tíber y representan la comunidad más grande de Europa”, continuó Dell’Omo. “La fauna romana se ha enriquecido considerablemente en comparación con hace treinta años”.

Fauna con la que los romanos no siempre conviven pacíficamente, como es el caso de las gaviotas que, entre contenedores asaltados y monumentos dañados, parecen haber invadido la capital. ¿Pero no vivieron alguna vez junto al mar? “Las gaviotas han cambiado radicalmente su comportamiento”, nos explicó el investigador. “Ahora prefieren quedarse en la ciudad e, incluso en el caso de Roma, se observa que rara vez se acercan a Ostia”. Estas observaciones son posibles gracias al seguimiento por GPS. Debido a los costes y molestias que el sistema ocasiona a los animales, lo que se traza es una pequeña muestra de ejemplares a partir de los cuales Ornis Italica traza los hábitos de toda la especie.

Huevos de halcón sobre la región del Lacio

Pero volvamos a los halcones de la Región. Es mayo, el período de eclosión casi ha terminado y las apuestas están abiertas entre los ornitólogos: ¿son fértiles los huevos? Por el momento, los padres todavía están cavilando y sólo abandonarán el nido cuando se den cuenta de que no nacerán ningún polluelo esta primavera. “En los próximos días iremos a comprobar el estado de la eclosión”, continuó el investigador, “aunque ya es un poco tarde para el nacimiento de los polluelos, que suele ocurrir ya a principios de abril”.

Polluelo de halcón peregrino

Si la reproducción no tiene éxito, nos volveremos a ver el año que viene. Las parejas de halcones peregrinos viven juntas sólo durante el período de apareamiento y cuidado parental, de febrero a julio, cuando los polluelos pueden volar y abandonar el nido. También tienen poca memoria, porque la primavera siguiente no tolerarán la presencia de otros halcones cerca, incluidos sus propios hijos. Pero el trabajo de Ornis Italica no se limita a aportar datos científicos. Activa desde hace quince años, la asociación también ha instalado cámaras web en los nidos de halcones, cernícalos, arrendajos y cárabos, para permitir a cualquiera observar la vida de los animales con un simple clic, accediendo al sitio web birdcam.it. “Las cámaras web también son útiles para rastrear ejemplares, si podemos ver el número del anillo que llevan en la pata”, concluye Dell’Omo.

El timbre de las pollitas

El anillamiento es, por tanto, un momento importante, el bautismo secular al que deben someterse todos los halcones (pollitos). Unos veinte días después del nacimiento, antes de que aprendan a volar y abandonen el nido, los estudiosos de Ornis Italica ajustan un pequeño anillo de metal alrededor de la pata de los animales. “El número de anillo es la única herramienta que tenemos para identificar de forma única un espécimen”, explicó Dell’Omo. “De esta manera, si encontramos al halcón herido o muerto, podemos rastrear el año y lugar de nacimiento para reconstruir sus movimientos y la causa de la muerte”.

Torre Acea en Salone

El último timbre se produjo el lunes 29 de abril en la torre piezométrica Acea en via di Salone. En el contexto rural de via Collatina, se sacaron del nido cuatro polluelos, todos ellos hembras, que se pesaron, midieron y anillaron. A pocos metros del manantial Acqua Vergine, la torre de agua interrumpe de manera impresionante el paisaje llano del campo. “Los halcones anidan en lugares altos y en la naturaleza prefieren los acantilados”, explicó Dell’Omo en aquella ocasión.

Y, cuando se trata de acantilados, lo mejor que puede ofrecer Roma son las cornisas de los edificios o como mucho unas cuantas torres aisladas. Al principio sólo los padres alimentan a los pequeños. Posteriormente, al cabo de unos tres meses de vida, los polluelos se lanzan desde arriba y aprenden a volar. La altura a la que nacen está destinada a convertirse en su tamaño: los halcones cazan en el aire, volando a una velocidad de trescientos kilómetros por hora y agarrando presas exclusivamente en vuelo. De hecho, si se acercaran demasiado al suelo, correrían el riesgo de estrellarse debido a su alta velocidad. Por tanto no existe ningún peligro para quienes transitan por la Región. También porque, seamos claros, siempre es mejor un nido de halcones en lo alto de edificios públicos que un nido de águilas.

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