La playa salina artificial de Rapallo, construida el año pasado donde ya existía a principios del siglo XX, ha resistido las numerosas tormentas invernales, aunque, como todas las demás, tendrá que reponerse introduciendo arena nueva, una operación que, en la jerga, se llama “alimento”. Es una pena que incluso en esta zona de costa el mar provoque la llegada de algas muertas (posidonia); una señal, sin embargo, de que el fondo marino no es sólo una zona fangosa.
En la foto, el andamio-solarium de los baños Lido-Flora marca el límite entre la zona de baño y la del oeste, donde el mar está prohibido. Incluso si las pruebas privadas realizadas diariamente revelan un mar apto para nadar; excepto los días posteriores a las tormentas. Naturalmente, a los empresarios costeros y a quienes disfrutan del mar les gustaría que los políticos regulen la cuestión en lugar de esperar que se amplíen las prohibiciones que penalizan el turismo. Quizás prohibiendo sistemáticamente el baño apenas dos o tres días después de la tormenta. Sin embargo, sería correcto procesar a los condominios (y a sus administradores) que vierten aguas residuales directamente a los cursos de agua.
