Muere Laurent Cantet, director Palma de Oro en Cannes con “La Classe”: “Un humanista feroz que buscaba la luz en la violencia social”.

Muere Laurent Cantet, director Palma de Oro en Cannes con “La Classe”: “Un humanista feroz que buscaba la luz en la violencia social”.
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“Un humanista feroz que buscó la luz a pesar de la violencia social”, lo definió la dirección de Cannes en un comunicado

Adiós a l.Aurent Cantet. El director francés, ganador del Palma de Oro en Cannes en 2008 con La Clase está muerta. Yo tenía 63 años. “Un humanista feroz que buscó la luz a pesar de la violencia social”, lo definió la dirección de Cannes en un comunicado. Y Cantet sorprendió a todos en 2008 con aquella película mitad documental, mitad ficción, presentada a la prensa el último día, aparentemente un jarrón entre jarrones de hierro (Sorrentino con Il divo, Garrone con Gomorra, Dos amantes de James Gray y Waltz con Bashir de Ari Folman, entre otros). La clase, con un presupuesto de menos de dos millones de euros, contaba con un profesor de francés, François Bégaudeau (autor de la novela homónima que inspiró la película) y un grupo de alumnos reales de una escuela de París, de entre 13 y 15 años, procedentes de diferentes zonas geográficas. y orígenes económicos, desequilibrados entre poder y oportunidades. La clase sale solo qesa sensación de dolorosa suspensión ética, de una pedagogía animada por buenas intenciones que quizás no funcionaron en todos los aspectos, de una enseñanza cultural igualitaria, laica y republicana, muy “a la francesa”.

Como un estilo, el de Cantet, él mismo hijo de maestros, nunca demasiado declamado, animado por una mirada naturalista y sensible, siempre al borde de un posible cortocircuito social, que ya habíamos aprendido a ver en Recursos Humanos (1999) y Tiempo Completo (2001) donde aborda las distorsiones del neoliberalismo expresándolas de manera familiar e íntima: el hijo de la provincia que hace carrera como trabajador administrativo y de regreso a la ciudad se ve obligado a despedir a su padre; el padre de familia que, cuando lo despiden, finge durante años ante su esposa e hijos que tiene un trabajo prestigioso. O con Hacia el sur (2003), la historia de una anciana francesa (Charlotte Rampling) que se dedica al turismo sexual explotando a jóvenes hijos haitianos.

Pero eso es todoo es precisamente con La clase que Cantet alcanza una especie de cumbre expresiva y política, exponiendo con rigurosa y desnuda claridad la complejidad y los desequilibrios de un sistema social fragmentado, utilizando el tema de la escuela pública, lo que resulta en una especie de inacción animada. Después, probablemente impulsado por proyectos más impresionantes, seguramente debido a la popularidad de la Palma de Oro, Cantet sube el listón, perdón la mirada, contando con Foxfire (2012) la historia ambientada nada menos que en el estado de Nueva York de los cinco Chicas jóvenes que forman una pandilla para luchar contra el machismo y el control de los hombres sobre las mujeres. La vena compositiva siempre tan compacta y puntual del Cantet se desmorona un pocoemergen heroísmos y nostalgias más funcionales, más clásicos, probablemente no exactamente comparables con sus acordes más profundos y poéticos como en Ritorno a L’Avana y L’atelier.

El último destello, que casi parece un atisbo de ira, fue el mejor. Arturo Rambo (2020) donde una joven estrella argelina de la literatura comprometida sobre los inmigrantes se descubre con un pasado homofóbico, racista y antisemita disfrazado en un conocido blog. También aquí se produce un cortocircuito perceptivo entre lo que la sociedad quiere, exige, promueve y los vaivenes, los desequilibrios entre el narcisismo individual y las condiciones materiales de partida, entre el engaño de las apariencias y el esfuerzo realista de las buenas intenciones.

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