Muñecos “Reborn”, la ciencia ficción se hace realidad: iguales a los niños reales

Muñecos “Reborn”, la ciencia ficción se hace realidad: iguales a los niños reales
Muñecos “Reborn”, la ciencia ficción se hace realidad: iguales a los niños reales

Una de las películas más terroríficas de la historia del cine es el clásico de los años 50, “La invasión de los ladrones de cuerpos”, al que siguió, veinte años después, una excelente nueva versión, “El terror del espacio exterior”. La amenaza no estaba representada por monstruos repugnantes o presencias demoníacas, sino por clones: los extraterrestres invasores reemplazan la población de la Tierra con copias perfectas capaces de infiltrarse en todas partes. En el momento de la primera película estábamos en el apogeo de la Guerra Fría, y muchos explicaron su éxito con la paranoia de la penetración comunista en la sociedad estadounidense. Pero quizás también había algo más profundo detrás de esos rostros malignos idénticos a los nuestros.

FINES TERAPÉUTICOS
Vayamos al día de hoy: hay otras amenazas que se ciernen: la inteligencia artificial, el dominio de una tecnología que está completamente fuera de control. Y también tenemos algo parecido a los “ladrones de cuerpos”, actualizados a nuestro tiempo, por ejemplo los muñecos Reborn. Se trata de muñecos engañosamente realistas, fabricados en vinilo suave y silicona, en su mayoría recién nacidos, pero también los hay mayores, niños y niñas. Se les considera pequeñas obras de arte, tanto se parecen a los niños reales, desde sus expresiones faciales hasta su cabello, desde el brillo de sus ojos hasta su peso.

Debido a su asombroso parecido, también se utilizan con fines terapéuticos y emocionales para personas que han sufrido una pérdida grave, o incluso para quienes padecen patologías como la enfermedad de Alzheimer. Su capacidad para prestarse a la interacción y a la empatía por parte del hombre (que por su parte es un ser muy proclive a proyectarse en objetos inanimados) es increíble, como lo demuestra el hecho de que los Reborns se utilizan también en cursos para padres y en formación médica y para el cuidado de niños. Así que un padre, para evitar ensuciar durante los primeros baños, puede entrenar con una madre sustituta extremadamente realista.

Encontrar muñecos Reborn es muy fácil: también se venden en Amazon, con precios que oscilan entre los 40 y los 70 euros. Al hojear las fotografías de las muñecas en oferta, a veces uno tiene la sensación de hojear un catálogo alucinante de bebés y niños a la venta. A diferencia de los ladrones de cuerpos de la película, los Reborn no son explícitamente malvados y no tienen ningún objetivo de sustitución étnica de la raza humana, pero no hay duda de que indican un mundo en el que el umbral de lo humano y lo inhumano se vuelve progresivamente confuso. en definitiva, ese mundo “posthumano” sobre el que tanto se ha teorizado en los últimos años, pero que ahora parece tomar forma concreta.

Otro elemento posthumano es la noticia de los distintos experimentos que se llevan a cabo en el ámbito del cuidado de las personas mayores desde hace algunos años. En el mundo tradicional, estas tareas las realizan los cuidadores, o cuidadores en inglés. Personas que, ni que decir tiene, tienen todas las fortalezas y debilidades del ser humano. De hecho, conocemos tanto casos de cuidadores excepcionales dedicados a su tarea de cuidar, como historias de comportamientos poco claros en los que el cuidador puede aprovecharse del estado de debilidad del paciente. Los nuevos experimentos integran robótica e inteligencia artificial: en términos generales, imaginemos un robot cuidador que responde como ChatGPT. El algoritmo también puede calibrarse según el estado de salud del paciente y entrenarse para reconocer e interpretar rápidamente sus síntomas, a fin de brindar asistencia inmediata. Por otro lado, la parte robótica también garantiza ayuda en los movimientos y en la realización de algunas tareas.

Pero como ocurre con los muñecos Reborn, aquí también algunas preguntas son inevitables: más allá de las cuestiones de costos, disponibilidad y privacidad (de hecho, un robot que vive con un hombre recopila una cantidad infinita de datos sobre él), ¿cómo interactuará un anciano? ¿Con un “ladrón de cuerpos”, con un clon, por muy eficiente que sea, en lugar de con un ser humano real con todas sus limitaciones? ¿Dormirá tranquilo sabiendo que en casa hay un robot supuestamente “inteligente” o tendrá miedo de que se comporte como el ordenador HAL 9000 de “2001: Odisea en el espacio”?

Además, en este ámbito las promesas hasta ahora han sido sorprendentes, pero los resultados no son muy satisfactorios. A pesar de los esfuerzos y de las importantes inversiones (con los japoneses, que siempre han sido apasionados por los robots, a la cabeza), aparentemente los cuidadores de androides todavía no tienen la complejidad y el refinamiento, especialmente emocional, para ser verdaderamente competitivos con sus homólogos humanos.

INTERACCIÓN IRREAL
En definitiva, un robot ciertamente no olvida cuándo llega el momento de tomar un medicamento, y también puede acompañar o guiar a una persona tan bien como a un ser humano, pero carece de ese algo que hace que la interacción con ella sea plenamente satisfactoria y profunda. James Wright, del Instituto Alan Turing de Londres (el mayor en el campo de la IA en Inglaterra), fue elocuente en declaraciones a The Guardian: los primeros experimentos con cuidadores artificiales muestran que al principio son bastante útiles, pero pronto “son encerrado en el armario”. Además, las deficiencias de diseño siguen haciendo que su gestión y mantenimiento sean problemáticos. En definitiva: al principio facilitan las cosas, luego se convierten en un problema más, y luego necesitamos un robot que se ocupe de los robots que nos cuidan a nosotros. En definitiva, una pesadilla.

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