Hopiumparalasmasas :: OndaRock Reviews

La larga carrera de Ministry ha estado marcada por innumerables álbumes importantes, algunos de los cuales (aún hoy) representan una especie de línea divisoria. Primero el magnífico doble “The Land Of Rape And Honey” (1988) y “The Mind Is A Terrible Thing To Taste” (1989), luego la década siguiente marcada por la carga industrial de “Psalm 69” (1992) y sus homólogo más razonado (“Filth Pig”, lanzado cuatro años después, es un álbum a reevaluar), a la espera del cierre desbordante del círculo, ese “Rio Grande Blood” (2006) capaz de traspasar los límites del thrash metal gracias a un póngase en fila del más alto calibre (para la ocasión, a Al Jourgensen se unieron el fallecido Paul Raven de Killing Joke y Tommy Victor de Prong).
A lo largo de más de cuarenta años, Ministry ha ido creando otros trabajos más o menos interesantes, hasta tocar fondo con sus últimos lanzamientos: desde la superflua “AmeriKKKant” hasta la más llevadera “Moral Hygiene”, poco hay de qué alegrarse. . Lo mismo ocurre con este “Hopiumforthemasses”, un nuevo agujero en el agua para un músico que ahora está lejos de cualquier forma de innovación en el sector industrial y sus alrededores.

La ira contra las políticas de George Bush se ha disipado júnior y la de Donald Trump, Al Jourgensen continúa hoy impertérrito su batalla contra el capitalismo, a pesar de que en sus conciertos el mercadería El funcionario ha alcanzado los precios de las joyas. Pero de alguna manera tienes que ganarte la vida, tal vez incluso a costa de fanáticos acérrimos.
Digámoslo de inmediato: la mejor pieza del álbum es una versión de Fad Gadget (la final “Ricky’s Hand”), una canción que no habría desfigurado ni siquiera entre los derivados de Ebm de la vigente “Twich” (1986). Sin embargo, esto es algo pasajero, considerando el nivel medio-bajo de las otras composiciones, empezando por el himno antimisógino “BDE” (acrónimo de energía de gran polla) o de la atracción industrial-metalera de “Goddamn White Trash”, dos pasajes donde ni siquiera la artesanía puede salvar el día.

“Just Stop Oil” gira en torno a la suficiencia, completo con un mensaje ecológico fuera de tiempo (tal vez todavía había esperanza cuando se dio la alarma, hace más de treinta años, por los diversos Asaltos Nucleares, Sagrado Reich, etc.). Luego cae el hacha contra los nazis (“Aryan Embarrassment”), contra la religión (el título del álbum en sí es una cita bastante manida) y contra una serie de temas muy actuales que el predicador Al Jourgensen está llevando ahora al extremo, en una especie de guerra personal entre blancos y negros. Pero combatir una ideología con otra termina aplanando el discurso, anulándolo y volviéndolo prácticamente inofensivo. Especialmente cuando el megáfono de la protesta se confía a canciones que rayan en la vergüenza (“Cult Of Suffering”). Querido Al, ¿estamos perdidos?

21/05/2024

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