
“The Swimmers”, una producción angloamericana dirigida por Sally El Hosaini, es una de esas películas llenas de desventuras humanas que tienes que ir a buscar a Netflix porque no las promociona el marketing como no silban en la calle 5 o cuentan historias de amor en la época victoriana, ni interiores con casas nobles, sino que acechan para robarte una emoción justa y una conmoción cerebral inevitable. Pero con esa tragedia que acaba de ocurrir en la costa calabresa cerca de Crotone, se convierte en un memorándum sobre nuestra historia, sobre el cada vez más lejano problema de los inmigrantes.
En comparación con la realidad, esta historia, aunque realmente sucedió, tiene un final feliz. Es una película amarga pero mesurada, con todas las opciones de la verdad, que habla de migrantes e injusticias, penurias, viajes a lo desconocido, como una noticia directa que ya estamos acostumbrados (un verbo muy feo) a escuchar en tiggì. Pero la historia humana y deportiva mezclada es en todo caso reproducida con fidelidad y mesura, sin retórica ni pietismo, si bien alguna vez vitoreando mucho la victoria, que puntualmente tiene lugar en la segunda parte de la película, muy diferente a la primera. porque está basado en los Juegos Olímpicos de natación de Río en 2016, donde el atleta sirio tiene un gran éxito personal.
Si le sumamos que la aventura termina bien, es fácil ver y emocionarse con “Los nadadores”, porque es una película útil para entender muchos fenómenos de hoy y también un antídoto contra ciertos dictados orgullosos sobre los rescates marítimos, hoy cada vez más difíciles, en atropello a cualquier factor humano. El valor agregado es que la historia de las dos hermanas sirias Yusna y Sarah Mardini es increíblemente cierta (como las dos hermanas tenistas estadounidenses en la película con Will Smith), ya que el camino de la esperanza primero desde la patria atormentada bombardeada en la guerra hasta Turquía. , luego Grecia, en el pequeño bote sobrecargado de Esmirna a Lesbos, finalmente en Alemania, es verdaderamente un viaje temido sin retorno, además de los peligros aun cuando están “refugiados” en Europa.
Minimizado, hecho un poco estereotipado las implicaciones psicológicas y familiares con la computadora que guarda los contactos mientras las perplejidades paternas iniciales son superadas por un primo que se ofrece como acompañante, la película se basa en la determinación y los sueños de los momentos de gloria de una de las dos hermanas. Es la destinada a escapar por la victoria, Sarah, que no nada por Siria sino por el Equipo Nacional de Refugiados. Vittoria, como se ha dicho, pero los créditos finales nos informan que los problemas no terminan aquí y que la otra hermana será arrestada en 2018 mientras ayuda a un barco lleno de migrantes como el suyo: pero esta parte es ciertamente sacrificada. en honor al desafío deportivo que sigue el proceso clásico de las muchas películas que cuentan la historia de las competencias, al igual que las que hablan de la preparación de un espectáculo. En el reparto parece que también hay algunos refugiados que han sido llamados a revivir de nuevo su pesadilla, desfilando como extras en el coro de la tragedia más desgarradora e irresoluble del mundo contemporáneo.