The Bikeriders, la reseña de la película con Austin Butler, Jodie Comer, Tom Hardy

Los ciclistas de Jeff Nichols tiene la capacidad de contar la doble cara de los Estados Unidos de América, atravesando una transición generacional que refleja sólidamente la amplitud cinematográfica deseada por el director. Al hacerlo, Nichols, que tiene una carrera decididamente subestimada a sus espaldas (citamos Resguardarse Y Lodo), prefiere especialmente las imágenes. Parece trivial, y sin embargo Los ciclistas, presentada en el Festival de Cine de Telluride 2023, es una obra sumamente cinematográfica (en el sentido estricto del término), que parte de un contexto de por sí icónico comparado con la imaginación humana y geográfica que tenemos de Estados Unidos. La inspiración, que huele a Marlboro, a cerveza caliente y a libertad, proviene del fotolibro homónimo de Danny Lyon que en 1968, a través de varias tomas (que influyeron en la puesta en escena de Nichols), relató el ascenso del Vándalos MC, un club de motociclistas que forma parte de Outlaws MC. Una contracultura sobre dos ruedas nacida en la Ruta 66 y luego reforzada por Marlon Brando, que en 1954 será el emblema de los motociclistas gracias a su Johnny Strabler de El salvaje (hablando de leyendas).

Austin Butler es Benny en The Bikeriders

Abrimos nuestra reseña con una digresión resumida pero algo preparatoria, que ayuda (o ayudaría) a comprender (y apreciar) mejor el espíritu de la película. El valor, como hemos dicho, es doble: la epopeya poética y dolorosa de un grupo de ciclistas (realzado por una galvanización que parte precisamente de las imágenes), y luego el aspecto social y político (en el que el director se centra en la segunda parte, la menos instintiva y más cuadrada) que sus hechos han generado, desencadenando a su vez el ‘ arquetipo que estructura la fascinación por un determinado tipo de sugerencias, que comenzó con la Generación Beat de Jack Kerouac y culminó con Jinete facil por Dennis Hopper. Una película manifiesto que marcará -como vemos al final de Los ciclistas – el principio del fin de los grupos de motociclistas estadounidenses.

Los Bikeriders: en las alas de la libertad

La película de los ciclistas

Jodie Comer y Austin Butler en el set de la película

En algunas formas, Los ciclistasescrita por el propio Jeff Nichols, es una suerte de cine-reportaje, que juega con el montaje y los cruces, resaltando el significado de la historia que sigue a las palabras (muy importantes en la economía de la película) de Kathy, interpretada por Jodie Comer. Es ella quien une la historia de los Vándalos, gracias a las entrevistas que concede a Danny Lyon (Mike Faist), un reportero en ciernes decidido a seguir las hazañas de los motociclistas en todo el Medio Oeste (si te gustan ciertos paisajes, con la carretera abierta). hacia el horizonte, esta es tu película) a finales de los años sesenta. Kathy (nosotros) nos habla de su esposo Benny (Austin Butler, que actúa más con la mirada que con la voz), chaqueta de cuero y cigarrillo siempre encendido, conduciendo su motocicleta. Símbolo de coraje y libertad. Los mismos ideales que fluyen hacia el líder de los Vándalos, Johnny (Tom Hardyauténtico protagonista junto a Comer), un outsider anclado en una nobleza de alma que le hará inadecuado para la brutalidad de las nuevas generaciones, marcadas por Vietnam y el individualismo.

La gentrificación del mito americano

Los ciclistas trabaja sobre todo en la construcción de personajes, combinados con arquetipos precisos, e insertados en un contexto imaginativo de gran profundidad (en el que funciona bien la estética fotográfica de Adam Stone). Está América, hija de la frontera, que resiente las reglas y se convierte en una familia disfuncional en el más claro concepto de “rebaño”. Respaldar una amistad masculina respaldada por silencios significativos y reveladores (y lo buenos que son Tom Hardy y Butler, prefiriendo el físico sustancial a las sutilezas). En la película de Jeff Nichols, por tanto, encontramos las mismas inflexiones que una ópera occidentalpor una revolución que parte de un no lugar que existe sólo en películas del pasado (y, por tanto, existe sólo en nuestra memoria como espectadores o lectores).

La película Bikeriders Oz6Gocm

Tom Hardy y Austin Butler, mejores amigos en la película de Jeff Nichols

En este caso, queda claro cuán fundamental es el (violento) cambio generacional en la historia, aplicándose al cambio que, de derrochadores bondadosos, hostiles a las reglas y al status quo, transformará a los Vándalos en una banda de criminales. . Una especie de infección, de idealización y de gentrificación humana, que se desarrolló en paralelo con la guerra de Vietnam y el surgimiento del capitalismo moderno. Será precisamente este centro apagado el que Nichols acabará remodelando, debilitando metafóricamente el rugido de las motos que llena el diseño sonoro de la película (un golpe con clase). En consecuencia, ampliando el espectro sociológico y político, para una desilusión que hará añicos la esencia misma de la libertad y la felicidad (que resuena en la Constitución estadounidense).

Los ciclistas Austin Butler Jodie Comer

Austin Butler y Jodie Comer, protagonistas de The Bikeriders

Si hoy los Estados Unidos, víctimas de una crisis narrativa, están al borde de la implosión al haber perdido la peculiar capacidad de regenerar su propia mitología (de la que forman parte las Harley-Davidson), The Bikeriders (re)desempolva ese imaginario mítico, haciéndonos parte activa de un conflicto imputable al amor y a la amistad (entre sangre y sudor, entre ardor y obsesión). Una ambivalencia que predomina en la escritura, encontrando el sentimiento justo vinculado a esa mitología de la que hoy sentimos una terrible carencia.

Conclusiones

Mitología americana sobre dos ruedas en la epopeya de Jeff Nichols, que para The Bikeriders elige un cine imaginativo, estrictamente funcional a la historia contada. Puede que no se exprese (al menos a veces), pero la película, apoyada por el reparto (Tom Hardy, Jodie Comer, Austin Butler y luego el siempre excepcional Michael Shannon) se convierte en una sección transversal bien definida, que ilumina inteligentemente una solapamiento generacional: por un lado la América de las ilusiones, por el otro la de la violencia y la individualidad.

porque nos gusta

  • La historia, ante todo.
  • La elección fotográfica del director.
  • Las tres interpretaciones y la presencia de Michael Shannon.
  • Una mitología americana bien definida.

Qué ocurre

  • A veces puede no expresarse.

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