Termoli/Agnone, un vínculo en la memoria del Papa Juan Pablo II – Amolivenews

El 19 de marzo de 1983, el Papa Juan Pablo II, 264º Papa de la Iglesia Católica y obispo de Roma, 6º gobernante del Estado de la Ciudad del Vaticano, nacido Karol Josef Wojtyla el 18 de mayo de 1920, elegido el 16 de octubre de 1978, murió en Roma el 2 de abril de 2005 a la edad de 84 años, fue acogido en la ciudad de Termoli y por lo tanto fue la primera vez de un Papa no italiano en Molise.

El mismo día pero del año 1995, también Agnone tuvo el honor, gracias al prefecto vaticano Marinelli, de brindar hospitalidad a un Papa ya traumatizado por el dolor y la enfermedad. El Papa de las luchas contra la opresión política fue uno de los artífices del colapso de los sistemas del socialismo real.

Desaprobaba la teología de la liberación, estigmatizando el capitalismo desenfrenado y el consumismo, antitéticos a la búsqueda de la justicia social. Conservador en el campo de la moral, fue el Papa viajero por excelencia con sus 104 viajes alrededor del mundo. Creó las Jornadas Mundiales de la Juventud, diseñando un puente sólido, no como el que se quiere construir sobre el estrecho en riesgo sísmico, en nombre del ecumenismo.

Galardonado con el reconocimiento de Trotamundos honorarios, en la audiencia de 2000 cuando recibió los Harlem Globetrotters, uno de sus viajes lo vio protagonista en el de Termoli, en la era de Di Giandomenico, otro alcalde de la ciudad de Termoli con una longevidad sin igual.

“Nuestra generación graba en su corazón la imagen y el rostro de Vuestra Santidad, las generaciones futuras, leyendo el nombre de Juan Pablo II impreso en el barrio y en la gran plaza donde próximamente se celebrará la Sagrada Eucaristía, tendrán la certeza de este histórico acontecimiento y el consuelo de caminar cada vez más por el camino de la verdad, la justicia y la paz”. Así, el entonces alcalde de Termoli Remo Di Giandomenico recibió al Papa Juan Pablo II en el puerto, nada más bajarse del helicóptero.

Eran las primeras horas de la tarde de un día que desde la mañana se observaba desde los ojos del cielo, disfrazado de fiesta. La emoción y palpitación por la llegada del Papa comenzó días antes con los preparativos. El puerto se vistió de amarillo, las calles de los colores de la paz. Así, el Papa Wojtyla fue recibido por miles de personas reunidas en el muelle de la ciudad para seguir la visita que pasó a la historia no sólo de la ciudad adriática sino de toda la región.

El Santo Padre al visitar el Borgo Antico, antes de entrar en el Obispado regido por el obispo de Termoli-Larino Ruppi, se mostró entusiasmado por la belleza y la compostura de los fieles que seguían su camino. Fue vitoreado con alegría cuando miró por la ventana del Obispado.

“Esta visita mía quiere ser también un estímulo y un estímulo para un compromiso cada vez más consciente y eficaz a fin de aportar una solución adecuada y urgente a los múltiples problemas que llevan el nombre de Cuestión Social del Sur”, dicen las palabras del Papa Wojtyla esa tarde. En la visita a la Catedral la emoción era visible y la exclamación de asombro no se hizo esperar. Luego corriendo a la plaza construida en su honor, para sellar su visita, para la misa solemne.

El llanto y la satisfacción del pueblo fue una nota dulce que detuvo la música y la hizo elegible para el cielo. El alcalde Di Giandomenico no pudo soportar la emoción y derramó tanto léxico y música en su discurso que no lo recordaría en el futuro.

Dijo lo dictado desde el corazón y el corazón de toda la comunidad de Termoli actuó como bombo. La tarde estaba a punto de dar paso a la noche, el llanto roto por la alegría emocionalmente libre de expresar la felicidad sin inhibiciones, tomó el relevo. Ese “mar de gente” lo saludó antes de partir, marcando la jornada en los anales de la ciudad y de toda la región.

Todavía se puede escuchar “Larga vida al Papa” llegando a la Piazza Paolo Giovanni II. El 19 de marzo de 1995 fue lo mismo para los numerosos fieles que acudieron a Agnone. Al suave sonido de las campanas, el Papa, regocijado por la calurosa y ruidosa bienvenida, se arrodilló sonriendo y bendijo al laborioso pueblo de Altomolisana declarándose “feliz”. Termoli y Agnone el mismo día, el día de San José, consagran así su amistad a raíz del don ofrecido por un Santo Padre, que hizo historia y que ni siquiera aquel ataúd desnudo y el látigo del viento pudieron borrar las palabras quien en su pontificado humilló a los soberbios y trabajadores de Dios, los infames aborrecedores seriales.

Foto de BC Foto y Bruno Caserio

Mauricio Varriano

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