Italia y Europa en el barril de gas

El libro de Igor Boni recorre veinte años de nefastas elecciones energéticas y amistades con Putin que los radicales siempre han condenado con total indiferencia.

Artículo del Maximiliano Iervolino publicado en il Dubbio el 3 de marzo de 2023

La infame invasión rusa de Ucrania planteó un gran problema para el entonces gobierno de Draghi: cómo reemplazar los 29 mil millones de m3 (alrededor del 40% de la cantidad total) de gas de las tierras de Putin.

La ejecutiva del exgobernador del BCE -con el ministro de Transición Ecológica, Roberto Cingolani al frente- se centró en tres directrices: 1) incrementar los suministros de gas desde Argelia y países vecinos; 2) instalar dos terminales de regasificación, una en Piombino y otra en Ravenna; 3) agilizar el proceso de autorización de energías renovables. Cada uno de los puntos enumerados merece un mayor estudio, especialmente Argelia, Eni y los países no precisamente democráticos con los que hemos hecho nuevos acuerdos. Sin embargo, el objeto de mi intervención es detenerme en otro tema relacionado con la iniciativa europea que puso en marcha el gobierno de Draghi para hacer frente al terremoto de Putin: el llamado price cap (el techo del precio del gas). De hecho, en esos meses el precio en el mercado se había disparado y la bolsa de valores holandesa TTF tuvo algunas oscilaciones alcistas aterradoras. Traducido: facturas enormemente más caras para familias y empresas (especialmente las que consumen mucha energía).

La medida fue propuesta de inmediato en todas las oficinas europeas por Draghi y Cingolani, el objetivo era frenar una subida de precios desproporcionada que, mes tras mes, habría puesto en enormes apuros a nuestro sistema industrial y a las pequeñas y medianas empresas. Lo cual sucedió exactamente.

Ciertamente Italia era la que más dificultades tenía por evidentes problemas estructurales que venían de lejos, empezando por la falta de autosuficiencia energética. Pero en 2022 no fuimos los únicos en sufrir el aumento de precios, todo lo contrario. Por esta razón, la propuesta italiana de un tope de precios en Europa obtuvo inmediatamente mucho apoyo de otros estados miembros, pero no la unanimidad.

Y he aquí la palabra mágica: unanimidad. Pues sí, es la regla de la Europa intergubernamental: todos deben estar de acuerdo, excepto en casos excepcionales. Por ello, la propuesta de precio tope del gas fue objeto de innumerables e infinitas reuniones antes de llegar a un acuerdo, todo mientras los ciudadanos, semana tras semana, mes tras mes, sufrían auténticas sangrías en sus facturas.

El precio del gas hoy cayó significativamente, casi volviendo a los niveles anteriores a la invasión de Ucrania. Esto ocurrió básicamente por cuatro razones: 1) invierno suave, bajo consumo: 2) disponibilidad de gas licuado desde Estados Unidos, pero no solo: 3) desarrollo de renovables: 4) techo al precio del gas lanzado por Europa.

El Viejo Continente ha respondido pero lentamente. La estructura institucional europea actual no está preparada para reaccionar rápidamente a las crisis globales, lo hemos visto en parte con la pandemia, lo vemos con las consecuencias de la guerra en Ucrania. Un sistema federal nos habría permitido poner en marcha inmediatamente medidas útiles tanto para compras únicas de gas para toda Europa como para políticas antiespeculativas inmediatas. En cambio, hubo que perder el tiempo tratando de encontrar acuerdos entre los estados miembros mientras la gente sufría por el aumento del costo de vida. Esta lentitud, entonces, se paga muy cara con la opinión pública.

No ha habido debate sobre esto en Italia. Sin embargo, si incluso después de dos crisis globales como las que siguieron a la pandemia de Covid 19 y la invasión rusa de Ucrania, los estados miembros no entienden que se necesita una mejor gobernanza europea, entonces realmente hay pocas esperanzas.

La derecha en Italia ha pasado del “no euro” al sí a la confederación (la Europa de las patrias), en cambio los liberales y progresistas de nuestra casa siguen siendo tímidos y renunciantes al federalismo europeo, por eso es Esperaba que el nuevo rumbo del Partido Demócrata, encabezado por Elly Schlein, pueda dar un golpe positivo a este tema que, en cambio, es central en los principales dosieres: economía, inmigración, energía, política exterior y política de defensa.

Por eso el libro de Igor Boni, presidente de Radicali Italiani, Italia y Europa en el barril de gas. Energía, armas, propaganda. El chantaje de Putin y las respuestas de los radicales” editado por Reality Book (2022), tiene su propio alto valor, no sólo con respecto al pasado sino también mirando hacia el futuro.

Hablé de ello durante la presentación del volumen que acogimos el pasado sábado en la sede de los Radicales Italianos y de ello hablamos cuando –en medio de la crisis energética y de precios– presentamos la campaña “Se acerca el invierno”. Todo en nuestra clandestinidad, por supuesto. Incluso ese “te lo dijimos” que molesta tanto a la gente común, lamentablemente permanece confinado entre nosotros. Sin embargo la batalla continúa, también gracias al libro de nuestro presidente Igor Boni.

4 de marzo de 2023

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