01 oct 2024 10:25 –
Pasqualino Trubia
Cerdeña sigue afrontando la emergencia de la lengua azul, una crisis que está poniendo de rodillas a todo el sector ganadero de la isla. Las cifras del último informe del Instituto Zooprofiláctico Experimental de Cerdeña son alarmantes: 2.732 focos activos, más de 102.729 casos, especialmente entre ovejas, y un trágico saldo de 17.707 animales muertos. Un desastre para los agricultores sardos, que ya se encuentran en dificultades desde hace algún tiempo y que ahora se enfrentan a una epidemia que parece no tener tregua. La zona de Sassari es la más afectada, con 637 focos, seguida de la zona de Oristano (557), Cagliaritano (449) y Nuorese (435). La propagación de la enfermedad no perdona ni siquiera al Medio Campidano (218), Sulcis (195), Gallura (150) y Ogliastra (91). Un mapa del sufrimiento que pone de relieve el impacto devastador de esta epidemia en toda la región. Por si fuera poco, la Autoridad Sanitaria Local de Oristano ha confirmado la aparición del serotipo 8 del virus de la lengua azul, una variante nunca antes detectada en esta provincia y que se suma a la presencia del serotipo 3.
Esto empeora aún más la situación y ensombrece la capacidad de contener la epidemia. El Servicio de Sanidad Animal de ASL 5, dirigido por el Dr. Enrico Vacca, ha emitido nuevas directivas para intentar limitar la propagación del virus, pero el camino parece cuesta arriba. Las medidas de precaución adoptadas incluyen restricciones al movimiento de ovejas, cabras y ganado vacuno, especialmente en zonas aún no afectadas por la enfermedad. Los animales destinados al transporte deberán estar vacunados o tratados con repelentes y dar negativo en la prueba PCR de lengua azul. Otras precauciones se refieren a la desinfestación de los medios de transporte y a la necesidad de sacrificar a los animales en las 24 horas siguientes a su llegada al matadero de destino. La epidemia de lengua azul está dejando una profunda huella en el tejido económico y social de la isla, dificultando aún más la vida de quienes han hecho de la agricultura una opción de estilo de vida. Es hora de que las instituciones actúen con decisión, porque los agricultores sardos no pueden quedarse solos frente a esta catástrofe que amenaza no sólo su sustento, sino todo el futuro de una tradición milenaria.