El concierto “Auschwitz Violin” concluyó la exposición de arte de la Shoá celebrada en la antigua Sinagoga Scola Grande – Museo de Historia Judía de Trani; El escritor y académico Roberto Malini, que donó las obras expuestas, anuncia importantes nuevas adquisiciones para la Ciudadela de la música y el arte concentrativos de Barletta…
Desde 1944, Puglia tiene un vínculo indisoluble con los judíos de la Shoah, que encontraron refugio en la región procedentes de los campos de internamiento del sur de Italia y luego de los campos de concentración nazis de Europa central. En Salento se establecieron numerosos campos de acogida, donde los refugiados judíos, que esperaban emigrar a Palestina, crearon vínculos con la población local e iniciaron actividades económicas. En el campo de Santa Maria al Bagno (LE) se celebraron más de 400 bodas y en el cercano hospital de Santa Maria di Leuca nacieron al mundo más de doscientos cincuenta niños judíos. Alrededor de cuarenta mil judíos se refugiaron en Salento, antes de reconstruir sus vidas en la tierra que pronto se convertiría en el Estado de Israel. Apulia, tierra en la que la presencia judía tiene raíces muy antiguas, ha mantenido su vocación de no olvidar, como lo demuestran algunas de las iniciativas más recientes.
El 26 de septiembre de 2024, en la sala de conferencias del Centro Museo de Trani, tuvo lugar un concierto del maestro Fabrizio Signorile, que tocó el violín de Auschwitz – que perteneció al testigo del Holocausto Jan Stanislaw Hillenbrand – con el cuarteto de cuerda formado, así como por él, de los músicos Alessandro Fiore, Francesco Capuano y Elia Ranieri. El suceso, de intensa carga emocional, marcó el acabado de la exposición de arte judío instalada en la antigua sinagoga Scola Grande de Trani “La noche pinté cuadros rojos” y representó un momento de reflexión y celebración de la cultura judía, así como de la memoria de los artistas perseguidos durante la Shoah.
La exposición, creada gracias a la colaboración entre la Fundación SECA y la Fundación Istituto di Letteratura Musicale Concentrazionaria (ILMC) de Barletta, presentó, con notable éxito, veintitrés obras de arte creadas por Jacob Vassover, Samuel Shmutler y Simcha Nornberg, judíos artistas supervivientes de campos de exterminio; son pinturas que celebran la vida en el shtetllos pueblos judíos de Europa del Este destruidos por el odio nazi. Las pinturas forman parte de la colección donada por el escritor y académico Roberto Malini, que incluye más de trescientas obras creadas por artistas asesinados en campos de exterminio o supervivientes del Holocausto. Se trata de un extraordinario conjunto de obras de arte que pronto encontrará una ubicación definitiva en la naciente Ciudadela de la música y el arte concentradores de Barletta, que se ubicará en las instalaciones históricas de la antigua Destilería. Con este formidable proyecto, Puglia destaca cada vez más por su compromiso con la memoria de la Shoá y de otros campos de concentración del siglo pasado.
Durante la velada de clausura, el maestro Francesco Lotoro, presidente de la Fundación ILMC, presentó las piezas interpretadas por el cuarteto: la sonata para violín de Sandor Kuti, músico judío húngaro fallecido en la Shoá, y las de los deportados Emile Goue, Marius Flothuis. , Jozef Kropinzy, Frantisek Domazlicki y Zigmund Schul. Las palabras de Lotoro conmovieron profundamente a los asistentes, transmitiendo a cada uno de los presentes preciosos fragmentos de historia, recuerdos y esperanza, dando voz a aquellos músicos que, a pesar del odio y la muerte que los rodeaba, continuaron componiendo y expresando su humanidad a través del arte.
El público presente participó del concierto con palpable emoción, fascinado no sólo por la excelente interpretación musical, sino también por la profundidad histórica y emocional del momento. El violín de Auschwitz, tocado con maestría, hizo del evento una experiencia única e irrepetible, un puente entre pasado y presente, donde la memoria volvió a vivir gracias a las notas de aquellos músicos perseguidos.
La importancia de la exposición y las nuevas adquisiciones: un legado para las generaciones futuras
La exposición de arte yiddish en Trani representó una ventana a la vida de los artistas judíos perseguidos durante la Shoah, muchos de los cuales fueron tildados de “degenerados” y cuyas obras fueron reducidas a cenizas. Fue un evento de gran valor simbólico e histórico: no sólo por la conmemoración, sino por la redención cultural que la exposición pretendía representar. Como subraya Roberto Malini, que desde hace años se dedica a la recuperación de obras de arte judías, cientos de miles de obras fueron destruidas durante el nazismo, creando un vacío insalvable en la historia del arte del siglo XX.
Al mismo tiempo que se clausuraba la exposición, Malini anunció nuevas adquisiciones artísticas importantes que enriquecerán la colección de la Ciudadela de la música y el arte concentrativos de Barletta. “Uno de los cuadros que llevaré a Barletta – anuncia Malini – es el óleo sobre lienzo ‘El barco’ de Gino Signori. Signori estuvo internado en Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial y en ese período salvó la vida de Hana, una jovencísima judía checoslovaca. Ayudó a muchos otros judíos, arriesgando su propia vida. Por estas acciones recibió el honor de Justo entre las Naciones del museo conmemorativo de Yad Vashem en 1984. La pintura representa uno de los barcos con los que los prisioneros cruzaron el Elba para ir a realizar trabajos forzados en una refinería”. Entre las obras recuperadas se encuentran ocho dibujos del Stalag VII A, el campo de concentración alemán donde, junto a numerosos prisioneros de guerra, fueron internados 300 judíos, de los cuales sólo uno sobrevivió y testificó en el juicio contra Eichmann. Las obras destinadas a la Ciudadela incluyen también un importante corpus de pinturas y dibujos de Igor Horovitz, pintor judío ucraniano que sobrevivió al Holodomor (el exterminio de los ucranianos por la Unión Soviética en el periodo 1932-1933) y a la Shoah. A ellas se suman obras de Adolphe Feder, artista francés asesinado en Auschwitz, y algunas obras de Aldo Carpi y Corrado Cagli, dos de las voces artísticas italianas más representativas de la Shoah.
Malini explicó que este trabajo de recuperación constituye una verdadera “operación de rescate”, como la definió el periodista Salvatore Giannella, comparándola con el trabajo de los Hombres de los Monumentos durante y después de la guerra. El objetivo es salvaguardar un patrimonio que pertenece a toda la humanidad, un patrimonio que habla de un enorme genocidio, pero también de acontecimientos humanos caracterizados por la resiliencia y el compromiso con la defensa de la civilización.
La conclusión de la exposición de Trani con el conmovedor concierto de violín de Auschwitz es una etapa más en un viaje de reconstrucción de la memoria a través del arte, la música y el testimonio. La colección, destinada a seguir creciendo, representará un punto de referencia educativo y cultural fundamental para las generaciones futuras, que pronto, por razones de edad, ya no contarán con la valiosa guía de los testigos directos del Holocausto.
A través de la recuperación de estas obras, la memoria histórica y testimonial se vuelve viva y tangible, ofreciéndonos la oportunidad de reflexionar sobre lo sucedido y aprender del pasado. Como subrayó Malini: “Todo este trabajo constituirá un importante punto de referencia cultural y de memoria para los pueblos de nuestro tiempo, pero sobre todo para las nuevas generaciones, que se verán reflejadas en las páginas más oscuras de la historia del siglo pasado y “estaremos llamados a un compromiso renovado para impedir que las semillas del odio produzcan nuevos brotes venenosos”.
El arte y la música, unidos en la Ciudadela de Barletta, serán un testimonio duradero de la fuerza del alma humana y del poder del arte y la cultura incluso frente a la ira, la inhumanidad y la destrucción.
En la foto, Roberto Malini con el cuadro de Gino Signori.