“Mejor pasar la noche en la calle que en casa”

Son varias las personas que han decidido no dormir en casa tras los terremotos que azotaron Pozzuoli el 20 de mayo. Algunos duermen en el edificio puesto a disposición de quienes tienen miedo.

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el silencio de palatrincono sólo es interrumpido por la música de una caja de música. Es una forma sencilla de tranquilizar a los niños y a quienes pasan aquí la noche tras uno de los temblores más fuertes de los últimos años.

A Monteruscello, una aldea de Pozzuoli, hay familias y personas mayores. Alguien se confiesa al párroco. Los voluntarios de protección civil disponen los catres en los que muchos prefieren descansar. Otros decidieron pasar la noche en el coche, algunos en casa. “Decidí aprovechar esta oportunidad porque conociendo las condiciones de mi edificio es mejor optar por una noche en la calle que arriesgarse”. Una madre mece su cochecito mientras explica que aquí en el pabellón se siente más segura, aunque “¿quién sabe?”. La gente llega confundida y asustada a uno de los centros de acopio organizados apresuradamente por la Región, el Municipio y Protección Civil.

“Ya alrededor de las 20 horas hubo dos fuertes temblores, como estamos todos hiperconectados comenzó la magnitud total”, explica una madre mientras escucha algo de música junto a sus dos hijos y su anciana abuela que duermen. Para algunos, es difícil olvidar la sensación de la tierra temblando bajo sus pies. “Nunca he tenido miedo de este tipo de shock, explica un niño, estamos acostumbrados desde que nacimos. Pero esta vez fueron realmente poderosos”.

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El poder también lo confirma la magnitud del más fuerte: 4,4. La gente salió a la calle durante varias horas antes de encontrar un lugar seguro donde refugiarse.

“El llamamiento que quiero hacer, añade un joven, es no esperar. Implementar medidas para preservar el mayor número de vidas posible. Porque no es un juego, tuvimos pruebas de ello hace muchos años”. La noche, para quienes decidieron pasarla en el edificio, transcurre más o menos tranquila. Aunque el miedo, admiten algunos, siempre está presente: “Confiamos en Dios, ¿qué debemos hacer? Esperemos que todo vaya bien”.

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