Una triste historia que rompió el corazón de muchos habitantes de Fidenti, la del vagabundo “verticalista” Claudio Enzo Miano, de 63 años, encontrado muerto en un sótano que un alma buena le había puesto a su disposición para dormir.
Nació en Alemania, aunque, por las pocas palabras que soltó, se notaba una inflexión sureña, tal vez porque su familia había emigrado. Pero de Claudio no se sabe nada, porque él, un espíritu libre, no quería en absoluto saber que lo ayudaran. Los Servicios Sociales también habían actuado, pero él, inflexible, quería vivir en la calle: no pedía nada a nadie y si alguien le ofrecía un bocadillo, una focaccia, una fruta, una bebida, una chaqueta, un par de zapatos, los aceptó de buen grado, agradeciéndoles.
En los meses de invierno, cuando vivir en la calle se vuelve difícil, un generoso Fidentino había puesto a su disposición un sótano para dormir abrigado, bajo una cálida manta.
En la ciudad todo el mundo lo conocía: de físico esbelto y ágil, se le podía ver en via Cavour, en via Gramsci, en piazza Gioberti, decidido a realizar sus ejercicios verticales. Aguja e hilo, también le gustaba coser trozos de tela.
Muchos, al saber que Claudio se había ido, se entristecieron, porque se había vuelto costumbre verlo “jugando a la estaca” contra las paredes de algún edificio, en particular les gustaban las de las iglesias. Muchos en las redes sociales han publicado mensajes para recordarlo. Cuando lo encontraron sin vida, la policía intervino en el lugar, pero el indigente falleció por causas naturales, tal vez por un infarto o una enfermedad dado su debilitado cuerpo. Sin embargo, se ordenó una autopsia, como ocurre en estos casos.
RC
