«No todo el mundo puede respetar las normas de los centros de acogida. Entonces el camino queda”

Hacia Centro de recepción «La Sosta»en vía Giolitti, Felipe (nombre ficticio) está ocupado. Es voluntario de Comunidad de Sant’Egidio, pero la suya es una historia particular. Nacido en Turín, trabajó en una empresa hasta 2020. Luego llegó la pandemia, la empresa cerró sus puertas y se quedó sin trabajo. Así que sin casa, ya no puedo pagar el alquiler. En ese momento se dirigió al primer centro de acogida nocturno de via Sacchi, que le indicó Cooperativa Frassati que proporciona alojamiento a personas sin ingresos o sin domicilio fijo.

«Personalmente me sentí bien – afirma -. Pero, hablando de dormitorios en general, este no es el caso para todos. En el sentido de que incluso hay reglas estrictas que respetar, de lo contrario te despedirán. Si una persona aparece borracha alguna vez, intentamos mediar. La segunda vez se hace la vista gorda. En el tercer año tienes que abandonar el dormitorio y no puedes regresar durante meses. Somos tres durmiendo en una habitación e intentamos unir a los más disciplinados con los que tienen más problemas. Los educadores te siguen, pero a veces no es suficiente”.

También es necesario ser preciso con las ausencias. «En algunas instalaciones, si una persona hace cinco ausencias, a la sexta ya no puede acceder al dormitorio. Y si eliges salir espontáneamente, no podrás volver a entrar hasta dentro de tres meses”.

Sin embargo, estamos hablando de personas que muchas veces tienen adicciones o experiencias complejas, por lo que sucede que regresan a las calles. Filippo se encontró por casualidad con varios antiguos compañeros de habitación bajo los soportales de Via Po. Y luego está el problema de la edad. Si una persona sin hogar tiene más de 65 años no podrá alojarse en una residencia. «La práctica es que te dirijan a uno RSA. Pero los hombres y mujeres de 65 años son jóvenes y no quieren encerrarse en una institución. Por eso preferimos la calle, pero sin posibilidad de tener otro lugar para dormir”.

Una realidad muy extendida, gente a la que Filippo ayuda hoy colaborando con la Comunidad de Sant’Egidio. Asociación que conoció el año pasado y a partir de ese momento se involucró. Dar apoyo a quienes, como él, se encuentran en dificultades. «Si hay algo que hacer, ahí estoy – dice -. Ahora estoy haciendo un curso para ser trabajador de almacén. ¿Mañana? Vivo día a día. Pero lo que sí es seguro es que hay mucha gente que vive en la calle, hay que darles apoyo. Y seguiré haciendo esto”.

PREV Casoria: robos de autos. De Scampia lejos. Carabineros arrestan a 2 personas
NEXT Abel Balbo jugó de centrocampista cuando era niño. Un Scudetto con la Roma, copas en Parma