El victimismo equivocado de Elena Cecchettin

Estimado Director Feltri,
¿Leíste el discurso de Elena Cecchettin, hermana de Giulia, en el Repubblica de este domingo? Me gustaría señalar que la historia de Giulia, asesinada por su ex novio Filippo Turetta, me involucró emocionalmente y me impactó. Pero creo que la familia Cecchettin tiene una imagen fuera de lugar y ambigua. El padre sale en la televisión, es invitado de honor en el horario de máxima audiencia, es entrevistado, escribe un libro, todo en el día de apenas unos meses. La hermana se ha convertido en una especie de pensadora alabada por la izquierda. Pero también esta vez, y me refiero al artículo de Repubblica, repitió las habituales tonterías sobre el patriarcado.
¿Qué opinas?
Gaia Viviani
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Querida Gaia,
No te equivocas, esta vez también Elena Cecchettin, nuevo ídolo de la izquierda, desde el escenario de la Arena Robinson Repubblica de la Feria del Libro de Turín, nos regaló una preciosa colección de banalidades, dándonos una visión falsa y alterada de la realidad. En definitiva, es como leer y escuchar el aporte de una mujer de los años cincuenta y no de una niña del nuevo milenio. Esto me hace pensar que Elena, cuya mente está imbuida de ideologías exasperadas, tiene dificultades para conectarse con el mundo real. De hecho, aunque en las zonas más degradadas cultural y económicamente de nuestra península, de Norte a Sur, no hay territorio excluido, persiste la lacra del chauvinismo, que se traduce no sólo en la opresión del varón sobre la mujer sino también en la renuncia a la parte de este último para elegir un camino alternativo (hoy posible) de libertad y emancipación, no se puede argumentar que el modelo patriarcal predomine en Italia. No estamos en Arabia Saudita o Irán. Esto es totalmente falso. Lo que está más extendido es la conciencia de las mujeres de ser dueñas de su propia vida y de su cuerpo, aunque Elena especifique que no lo son. Estudian, trabajan, se establecen en todos los campos, desde la política hasta el emprendimiento, en la medicina, en la investigación, son estimadas y respetadas, tienen en promedio más educación que los hombres, hasta el punto de que el número de mujeres graduadas es mayor. de graduados masculinos.

Elena escribe: «Este mundo, lleno de estructuras y comportamientos patriarcales, quiere que las mujeres guardemos silencio, suframos, cumplamos el papel que la sociedad nos tiene reservado, aceptemos los abusos y las faltas de respeto». Son palabras que nos hacen entender que Elena tiene una peligrosa perspectiva de víctima cuando mira su género. La verdad, queridas señoras, es que la sociedad no os ha reservado ningún papel. Como ni siquiera nosotros los varones. Es el individuo, sea hombre o mujer, quien elige su papel. Nadie se lo cose. Quizás otros incluso intenten encarcelarnos en una zona, pero la elección de aceptar o no esta imposición es enteramente nuestra, exclusivamente nuestra. Elena, con sus discursos anacrónicos, aunque insta a las mujeres a rebelarse, como ella dice, no hace más que alimentar los prejuicios de género e insinuar el germen del pasivismo entre sus pares, según el cual si algo nos va mal o no nos conviene, necesitamos a los demás cambiar y no nosotros mismos. La culpa es del macho. La culpa es del patriarcado. Es culpa de la empresa. La culpa es de los fascistas. Es culpa del gobierno. Elena cree que la sociedad es machista, los hombres son tóxicos, llenos de voluntad de poder sobre las mujeres, violentos, favorecidos y protegidos. Está claro que estas declaraciones alientan el conflicto de género que caracteriza nuestra época y que no beneficia a nadie. Los sexos no tienen que luchar entre sí.

Habría sido más feminista subir al escenario y gritarle al público: «Dejen de culpar siempre a los hombres, a los maridos, a los padres, a los hermanos, a los compañeros, a los desconocidos. Tu libertad, como tu felicidad, es una decisión que tomas tú. No depende de nadie más que de ti. Vosotros sois los que os dais las oportunidades y vosotros sois los que las negáis.”

Luego encuentro forzada la referencia al 25 de abril y al antifascismo cuando se escribe sobre la violencia patriarcal. ¿Qué tiene que ver con eso? Y es precisamente aquí donde sale a la palestra con fuerza la politización de un tema, el de la violencia de género, que no debe tener color político ya que no debe ser aprovechado por los partidos para intentar obtener consensos. Elena invita a las mujeres a no ser utilizadas. Pero sospecho que es ella quien está siendo utilizada por la izquierda como herramienta de propaganda y caja de resonancia para la transmisión de ideas preconcebidas que conciernen tanto a hombres como a mujeres.

Y cada idea preconcebida es una prisión.

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