Subid el volumen, esta es la banda sonora de vuestras vidas para el próximo año: la musica de la liga de campeones. En Casteldebole lo pusieron a todo volumen (cinco veces o más), con parlantes súper top ultra mega sonido. Hasta las piedras lo sintieron. Un increíble concierto privado, que sacudió el silencio de la noche. Espeluznante. Ahora es oficial: el Bolonia jugará el mejor partido de Europa, se lo merecía. Pero por una noche el mundo rossoblù está dentro de una habitación, todo lo demás está afuera. La sala es la de Casteldebole donde los jugadores del Bolonia se reunieron para disfrutar del partido entre Atalanta y Roma, último trozo de un destino rossoblù que les llevó a ganar la Liga de Campeones. Los jugadores se abrazaron alguien incluso se conmovió. Se hizo un brindis, rito normal en estos casos. Después de compartir la alegría con la multitud de personas que se colaron Casteldebole La noche del sábado, ayer se celebró en privado la llegada a la Liga de Campeones. Compartiendo los sentimientos y las lágrimas, los chistes y los malos momentos. El fútbol, al fin y al cabo, es algo sencillo. Distraídos por todo lo que gira a nuestro alrededor, muchas veces lo olvidamos. Al final, el significado de este deporte y lo que vale la pena vivir está ahí: un grupo de niños y su profesor, Thiago, unidos por la pasión y un objetivo. Algo tan sencillo que este año nos permitió tocar el cielo con un dedo.
Bolonia, fiesta con el autobús descapotable
Lunes después de la Juventus Allí estará la pasarela con el autobús descapotable.. Veremos. Mientras tanto, fuera del centro técnico lo que impresiona es el silencio. Sólo el himno de la Liga de Campeones (tomado de “Zadok the Priest” de Handel) lo interrumpió. Después de la adrenalina, el caos, el delirio y todo el realismo mágico de la noche del sábado, ahora todo está en calma en Casteldebole. La tranquilidad después de la fiesta. Algunos coches en la circunvalación tocan la bocina, nada más. Ahí está la policía, baluarte de seguridad preventiva en caso de delirio 2.0. Pero no, esta no es la fiesta. O mejor dicho: aquí hay una minifiesta, que se desarrolla dentro del centro técnico Niccolò Galli, donde los jugadores cenaron junto con los directivos y digirieron un partido que después de unos veinte minutos ya no tenía nada que decir. Afuera la noche transcurre tranquilamente, llegan algunos coches; algunos bandoleros cansados al volante, como mucho algunos curiosos que salen a contemplar la fortaleza de Castel porque sí. La alegría está toda en el corazón del centro con 5.000 personas.
Bolonia, pasarela Champions
La procesión después del partido es rápida, hay bastante celebración porque mañana ya es hora de entrenar. El campeonato no ha terminado. Sin embargo, hay que abordar la Historia, con S mayúscula, la que Bolonia ha reescrito en el espacio de un campeonato. fue el primero en llegar Tommaso Fini, el team manager más confiable que existe. El coche urbano de Ravaglia a todo volumen acompañado de Lykogiannis. “Excelente Chicco, bien hecho”, le gritan desde la caseta de vigilancia. Son los únicos sonidos, las notas altas. Llega también Luca Saputo, son las 20.18. Intentemos el asalto: una pregunta, futuro presidente. Sólo un “gracias” lleno de amabilidad. Entonces ahí está Zirkzee (firma todo ok), Nanni, Ndoye, Odgaard, Karlsson, Calafiori (baja la ventanilla: choca los puños en señal de victoria), y obviamente Orsolini, Lollo (tocando la bocina). Por supuesto, también el director general Claudio Fenucci. Todos tienen que irse a sus casas, muchos al centro. Pasarelas de la Liga de Campeones.
