El Parque de los Abruzos: no hay que hacerlo uno mismo para alimentar a los osos

El Parque de los Abruzos: no hay que hacerlo uno mismo para alimentar a los osos
El Parque de los Abruzos: no hay que hacerlo uno mismo para alimentar a los osos

El Parque Nacional de Abruzzo ha emitido un comunicado en el que informa que algunos usuarios de las redes sociales han declarado que en los meses de invierno de 2023 proporcionaron alimentos adicionales a la pareja de osos, hijos de Amarena, que quedaron huérfanos por hechos notorios. . Sin embargo, el autoinforme se habría realizado recién ahora, con los protagonistas satisfechos de haber sido parte del proceso de toma de decisiones que, según ellos, habría sido absolutamente necesario, bajo pena de posible pérdida de los dos animales. , y un acto de nada menos que “desobediencia civil”.

Lo que llama la atención de algunos”, se lee en el comunicado de prensa, “es, en su opinión, la falta de recursos alimentarios para la población de osos de Marte, por lo que sería necesario proceder a una alimentación suplementaria. Si el Parque decidió no proceder con la alimentación suplementaria, lo hizo basándose en comparaciones e investigaciones científicas, a nivel internacional, donde frente a algunos estudios que elogian los resultados, en algunas áreas específicas, muchas otras, sin embargo, alertar sobre los efectos negativos de esta práctica, que efectivamente anulan todo lo demás.

Y todos los elementos objetivos, recogidos incluso por investigadores ajenos al Parque, no pueden ser refutados por las opiniones de quienes, basándose en observaciones empíricas y sin base científica, afirman lo contrario. Además, ¿cómo podemos hablar de escasez de alimentos si entre todos los osos que monitoreamos o hemos capturado, además de todos los que son objeto de fotografías o vídeos que llenan las redes sociales, no hay uno que esté desnutrido?

Las Directrices de la UICN para la reducción de conflictos con la vida silvestre (Directrices de la CSE de la UICN sobre conflictos entre humanos y vida silvestre en 2023), al elegir una medida de gestión, sugieren que es esencial evitar o minimizar cualquier efecto secundario negativo. Dar alimento a la fauna no se menciona entre las acciones sugeridas, precisamente porque la mayoría de los estudios definen que los riesgos de habituación a los alimentos y al ser humano, así como la pérdida de desconfianza y la posibilidad de transmitir enfermedades, dado que donde se coloca no sólo los osos deberían ir a buscar comida, en realidad aumenta los conflictos.

La cuestión de los osos confiados, que encontramos en las aldeas y que, por tanto, contribuyeron a crear la idea de la falta de alimentos en la naturaleza, es un fenómeno que preocupa a todas las poblaciones de osos del mundo. Asociar el fenómeno de los osos confiados con la escasez de alimentos no tiene una base científica cierta, también porque no está claro de qué vivirían todos los demás en los Apeninos centrales. No es el hambre lo que empuja a algunos osos a descender periódicamente a zonas antropizadas, de lo contrario tendríamos decenas y decenas de osos en las aldeas. Y esto nunca sucedió. Afirmar que “los osos vienen a la ciudad porque tienen hambre” es una respuesta demasiado simplista, que no tiene en cuenta que todo en la naturaleza es mucho más complejo de lo que parece. Desde este punto de vista, los humanos deberíamos hacer una reflexión más cuidadosa y racional porque a menudo es precisamente nuestro enfoque simplista el que nos hace tomar decisiones equivocadas con respecto al medio ambiente, con implicaciones que ni siquiera podemos imaginar. Y con demasiada frecuencia ignoramos la relación “causa y efecto”, porque el período de tiempo que pasa antes de que percibamos las consecuencias de nuestras acciones es muy largo.

El Parque funciona de forma clara, como corresponde a una Administración Pública, y no se realiza alimentación suplementaria porque no es necesaria, y de hecho, como ya se ha dicho, muchas veces perjudicial. Trabajamos cada día por una naturaleza sana y sobre todo que no necesite de la mano del hombre, menos aún por una naturaleza domesticada. Son gravísimas las acciones imprudentes de quienes decidieron alimentar artificialmente a los dos hijos osos de Amarena. Se trata de actuaciones clandestinas que poco tienen que ver con el respeto de la ley, porque el oso marsicano es una especie especialmente protegida, y sobre cuyo fondo hemos pedido aclaración a las autoridades competentes y de las que daremos cuenta en cuanto tenemos cierta información.

Además, también habría una cuestión ética, además de científica y regulatoria que vale la pena recordar: el efecto de emulación que otros podrían adoptar en silencio y en la sombra. Leer que fue un “acto de desobediencia civil” es muy triste y poco tiene que ver con una sociedad avanzada que tiene en su Constitución el respeto al Medio Ambiente, donde el respeto es exactamente lo contrario de la anarquía. Estamos seguros de que los osos habrían sobrevivido los meses de invierno incluso sin comida adicional, también porque aún no se sabe en qué medida se utilizó esta comida ni en qué medida los osos utilizaron estos y otros recursos. A menos que los osos hayan sido “acechados”, yendo mucho más allá del simple gesto demostrativo y contribuyendo significativamente a la fase de habituación al ser humano, con todas las consecuencias que esto conlleva. Y aquí se abre otro escenario, si cabe incluso más inquietante que el anterior.

Otro elemento preocupante en esta historia es el momento. Dos osos fueron alimentados artificialmente en diciembre de 2023, pero la historia se contó sólo unos meses después, tiempo necesario para comprobar que los dos osos se encontraban bien. La duda de que no se habría sabido nada de esta historia si algo les hubiera pasado a los dos jóvenes osos es más que legítima, porque una correcta operación debería haber tenido comunicación previa. Es obvio pensar que en caso de problemas con los osos siempre habrá un parque sobre el que descargar toda la responsabilidad. En esta triste historia, aún por esclarecer, la racionalidad, la ciencia se han perdido y los osos son, una vez más, víctimas de acciones humanas imprudentes, aunque aparentemente se hagan por su propio bien”.

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