La Virgen de Quintiliolo es recibida en la catedral de San Lorenzo en Tívoli » Diócesis de Tívoli y Palestrina

La Virgen de Quintiliolo es recibida en la catedral de San Lorenzo en Tívoli » Diócesis de Tívoli y Palestrina
La Virgen de Quintiliolo es recibida en la catedral de San Lorenzo en Tívoli » Diócesis de Tívoli y Palestrina

La “muy querida imagen de la Virgen de Quintiliolo” es recibida en la Catedral “mientras estamos aquí reunidos para escuchar la Palabra de su Hijo y recibir en la Eucaristía el sacramento del cuerpo y sangre de Jesús”. «¡La Madre viene entre nosotros!». Con estas palabras exhortó nuestro Obispo a los fieles que participaron en la fiesta de la Virgen de las Gracias de Quintiliolo, el domingo 5 de mayo. Traslado desde su santuario inmerso en los olivares, el antiguo icono recorrió las calles del centro histórico de Tívoli bajo una lluvia de notas y pétalos de colores.

No te puedes perder la infiorata de Via Maggiore, que cumple ya su trigésimo primer año: una alfombra floral de extraordinaria belleza de 78 metros de largo. En un ambiente de oración y alegría, las cofradías, el clero con los canónigos y los párrocos encabezados por el Obispo, acompañaron la procesión hasta su llegada a la Catedral de San Lorenzo, donde María fue aclamada cada año por el pueblo de Tiburtina. La tradición se repite desde el siglo XVII. «Esta mañana estamos todos aquí para honrar la imagen de la Madre, la perfecta oyente de la Palabra, la perfecta obediente a la Palabra de Dios”, afirmó Mons. Parmeggiani en la homilía se centró en el mandamiento del amor que el Señor nos ha dado a cada uno de nosotros. « Una obediencia que se convierte en escucha, oración y participación de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la confesión.

Ésta es la respuesta con la que entramos en la amistad de Jesús. «Y como en toda amistad – añadió – ​​cuando descubrimos que estamos en la misma onda, cuando descubrimos que a pesar de nuestros defectos el otro nos ama, sentimos alegría. La alegría que María sintió y que cada uno de nosotros sentimos, aunque en diferente grado, cuando obedecemos a Dios y nos abrimos en el amor a nuestros hermanos, en particular a los más jóvenes, a los más necesitados, a los pobres. Es decir, empezar a vivir amando porque eres amado, sabiendo muy bien que al final de la vida seremos juzgados precisamente por cómo hemos amado o no.” «María, Virgen de Quintiliolo y Madre nuestra querida – concluyó Mons. Mauro – ayúdanos a corresponder a la vocación que Jesús, escogiéndonos uno a uno, nos confía para que, según el proyecto que Él tiene para cada uno de nosotros, podamos difundir el Reino de Dios».

Antonio Marguccio

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