“Se celebra la opulencia pero los trabajadores sufren”

“Ha comenzado el ritual del Motor Valley Fest, una especie de polvo afrodisíaco que se vierte generosamente sobre Módena, sobre los modeneses que, presa de la euforia, se vierten en las plazas en adoración del motor, objeto que ha sido sustituido. en el imaginario colectivo a lo sagrado, abandonado también por una Iglesia condescendiente con el poder político”.

La consideración proviene de la candidata a la alcaldía Maria Grazia Modena, que señala con el dedo “el aire estridente del panem et circenses, con el que los romanos mantenían al pueblo sometido y bajo control, la intoxicación de la falsa esperanza de que el motor eléctrico, el motor de hidrógeno o…el de agua salvará al mundo, lo cual me deja perplejo.” Es, para el profesor, “la incomprensibilidad del abismo cada vez más profundo que separa dos Módenas: por un lado, la nueva elite opulenta y arrogante, que incluye a los políticos y su corte, que vive a nuestras expensas, por el otro, la trabajadores cuyo salario, erosionado por la inflación, ya no alcanza para sostener a sus familias, como el piquete ignorado y desairado que custodia un Maserati con un futuro más que incierto en defensa del trabajo”. Y, de nuevo, “por un lado los que, ante el colapso del sistema sanitario público de Módena, tienen la posibilidad económica de recurrir a servicios privados, y por el otro, ahora el 20%, los que se ven obligados a abandonar el tratamiento”. Sólo la inseguridad en Módena es justa, ataca el candidato, “poniendo cada día en riesgo la seguridad física y material de todos los ciudadanos, ricos o no, con indiferencia y no sólo en los suburbios, en las avenidas y en los barrios marginales, sino también en toda centro Historico”.

Tal vez porque “practico una profesión que me mantiene en contacto con el sufrimiento y el dolor en todo momento, tal vez porque en esta aventura en la que me he lanzado de cabeza, estoy descubriendo un tipo diferente de sufrimiento y dolor, no físico sino emocional, muy extendido”. causado por las muchas dificultades que muchos encuentran durante el camino de su existencia y nadie los ayuda, pero cada vez más mi conciencia se vuelve hacia la convicción de que la sabia moderación, un sabio sentido de la proporción y el cuidado de los demás deben ser siempre el don principal de quienes tienen a su cargo la administración de los asuntos públicos”.

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