El bradiseísmo y el miedo gritados en las redes sociales

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​Tómese su tiempo, director.

Eike Schmidt: «Si pierdo en Florencia volveré a Capodimonte». Palabras (indigestas) y música (desafinadas) del candidato a alcalde de la ciudad de los Uffizi, que mientras tanto ha congelado el cargo de director del Museo Capodimonte, poniéndose de excedencia. Uno de los museos más grandes del mundo reducido a un paracaídas, una improvisada rueda de repuesto. Mientras tanto, los visitantes están en caída libre. Tómese su tiempo, director.

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La fábrica del miedo

El miedo gritado por las redes sociales, las palabras firmes de los vulcanólogos. Estamos en el medio, la sombra oscura de una amenaza inminente, la sensación generalizada de que la situación no está totalmente bajo control. Pero los expertos en bradisismo son los únicos legitimados para hablar en este loco carrusel de adjetivos descuidados, de fanáticos de la red, de predicciones “de oídas”. Piero Sorrentino tiene razón (Domingo por la mañana): la ciencia hay que comunicarla. Nos parece que los centinelas que vigilan el Vesubio y los Campi Flegrei, entrevistados cada dos días, lo están haciendo. Los sabelotodo del momento, desde las vacunas letales hasta el alineamiento de los astros, sirven para fabricar gustos y miedos, no para proporcionar información.

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Los escapes y la historia.

Evitar la posibilidad de que los vertidos de aguas residuales de la zona occidental acaben en el mar de Coroglio y Gaiola no es sólo un imperativo ecológico, dictado por la necesidad de proteger nuestro paisaje medioambiental. Es una batalla de civilización: siglos de historia se han forjado en esa franja de mar, querida por Augusto y Virgilio, y antes incluso por los padres fundadores de la ciudad. Borrar la memoria -y ensuciarla con aguas residuales- es un delito: especialmente cuando se trata de nuestra memoria de agua, lava y piedra.

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El profesor que multiplicó el conocimiento

Fue inspiración y maestro para generaciones de arquitectos, pero también de urbanistas e historiadores del arte: porque teorizó sobre la multiplicación del conocimiento, y en su visión del mundo, de la vida y de las disciplinas académicas, todo confluyó. Sus lecciones fueron siempre una revelación, además de un espectáculo, porque cambiaron -en quienes lo escuchaban- la forma de ver y leer sobre el arte. De Renato De Fusco, el gran historiador de la arquitectura que falleció el martes a la edad de 94 años, los estudiantes no sólo apreciaron la enseñanza poderosa y culta, y la voz que cortó el aire del Palazzo Gravina como una espada, sino también la extraordinaria humanidad. Adiós maestro, te extrañaremos.

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