La silenciosa decadencia de Turín: el Primero de Mayo entre la nostalgia y la amarga realidad – Crónica de Turín

Ayer fue un día triste en una Turín cada vez más triste, no por la lluvia que, dados los tiempos y la contaminación, es una bendición, sino por el aire que soplaba y sopla en la ciudad. La tradicional manifestación del 1 de mayo organizada por los sindicatos se pareció más a un cortejo fúnebre para acompañar al trabajador fallecido en su último viaje que a la gran celebración merecida de años pasados. La fuerte aristocracia obrera que era el alma de la cultura industrial de Turín ya no existe, ya casi no hay trabajadores. Los dirigentes sindicales de las principales confederaciones sindicales también se mantuvieron alejados de Turín. La procesión, coloreada únicamente por los paraguas, compuesta en gran parte por jubilados y empleados en su mayoría de organismos públicos (el municipio de Turín se ha convertido en el mayor empleador de Turín con sus 13.000 empleados), parecía una manifestación de veteranos, con el alcalde y el Pancartas estándar del municipio y otras instituciones.

Al final de la procesión los llamados antagonistas, centros “sociales”, anarquistas, etc. Donde la retórica ha servido para tapar los estragos de los últimos años de la industria automovilística y sus industrias afines y los culpables de estos estragos de la desindustrialización. El antiguo Partido Fiat Transversal (PTF), consolidado en los últimos tiempos en el “Sistema de Turín”, sobrevoló la procesión hasta el tradicional escenario de Piazza S. Carlo. Vale la pena recordar cómo el PTF, rigurosamente interpartidista, masivamente presente en el ayuntamiento de Turín, en el Parlamento, en las instituciones y apoyado por los periódicos de la familia Agnelli-Elkann, fue en realidad el puntal de la estrategia de Elkann de vender Fiat. -Fca a la Peugeot francesa, con la consiguiente desertificación de la industria del automóvil en Turín. Un apoyo que se hizo muy evidente cuando Fiat-FCA trasladó su domicilio social a Holanda, privando a Turín, Piamonte e Italia de una importante base imponible correspondiente a unos pocos puntos del PIB. Durante lo que fue sólo el principio del fin de la industria automovilística en Italia, no hubo huelgas ni movilizaciones ni posiciones concretas en el ayuntamiento de Turín, donde la resaca de los Juegos Olímpicos y la “gratitud” hacia el Abogado, que los había favorecido, silenciado a las pocas casandras que predijeron lo que sucedería a continuación.

Mirafiori está casi totalmente paralizada, la planta de Maserati en Grugliasco está desmantelada, las demás fábricas se quedan sin aliento, los trabajadores siguen despedidos y casi todos son animados, con cien mil euros de indemnización, a marcharse. Con Stellantis chantajeando al gobierno: sin incentivos, sin producción. La aquiescencia al plan de los patrones de la industria automotriz no estuvo exenta de consecuencias para la clase dominante de Turín. El fortalecimiento de nuevos poderes en la ciudad y en la región ha dado lugar a un complejo mecanismo de gestión y dominación política y económica. El llamado Sistema de Turín, que permite a los profesores de la Politécnica convertirse en alcaldes, a los alcaldes en banqueros, a los políticos o a sus protegidos en ser nombrados miembros de fundaciones bancarias piamontesas, en instituciones, en los consejos de administración de las filiales, en los museos, incluso en las asociaciones más pequeñas e insignificantes. Este complejo de poder, cuya existencia fue incluso negada en el pasado, con ocasión de los nuevos nombramientos, que agradeció, en la Fundación S. Paolo, ha sido recientemente exaltado por el alcalde de Turín como demostración de la eficacia y de la bondad de el Sistema de Turín. Antaño, la eficiencia de Turín se medía por el crecimiento de su sistema productivo, el número y la calidad de sus empresas y de sus trabajadores. El 1 de mayo no fue el día de los trabajadores, en su mayoría jóvenes graduados y graduados de secundaria, hijos de trabajadores y de la clase media proletarizada, que por miles han huido de Turín a lo largo de los años porque no había trabajo para ellos, a menos que estuviera mal pagado, tanto es así. que no puede permitirse el lujo de formar una familia. No fue la celebración de una ciudad donde sólo aumenta el número de personas mayores y disminuye el número de recién nacidos, más que en otros lugares. Una ciudad donde su clase política se apasiona más por informar sobre las diatribas en la junta directiva y la gestión de la Fundación CRT que por los inmensos problemas de una ciudad exhausta que merece imaginación y brío administrativo, lamentablemente lejos del horizonte. El desfile del 1 de mayo también fue la instantánea de un declive cultural.

La vieja y gloriosa cultura obrera, parte fundamental del contenido político de la izquierda que alguna vez fue, ha dado paso a la de los llamados antagonistas, de los centros sociales mimados que se encargan de hacer el trabajo sucio que la La izquierda burguesa del ZTL ya no quiere hacer. Estos llegaron con sus camiones de procesión, movieron las barreras y se posicionaron bajo el escenario sindical, alrededor de un centenar subieron al escenario para arengar a los pobres, a los trabajadores del frío y a los jubilados con sus consignas pro Palestina. En otro tiempo, el legendario sindicato Order Service los habría detenido y puesto en orden. Pero ese también fue jubilado y desmovilizado. Cómo desmovilizaron a los sindicalistas y políticos presentes que, según ellos, “para evitar disturbios” cedieron gentilmente el escenario a estos personajes que no se parecen ni remotamente a los trabajadores. Como ocurrió hace unas semanas con el temible Senado Académico de la Universidad de Turín que, debido a la irrupción de grupos propalestinos similares, se vio obligado a interrumpir la sesión y luego a adherirse a la impuesta petición de no colaboración con las universidades israelíes. . Estos episodios nos dan una idea de cuál será el futuro de Turín, es una pena que el sol se esté poniendo.

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