Los agentes interrogados sabían del tiroteo: “No pudimos más”

Es innegable que la violencia, si no la propia tortura, documentada dentro de la prisión de menores de Beccaria y descubierta por una investigación de la fiscalía, obliga a las instituciones a plantearse una serie de preguntas y, en consecuencia, la necesidad de encontrar respuestas. Más aún al final de los interrogatorios, concluidos ayer, de 21 policías penitenciarios: los trece que acabaron esposados ​​la semana pasada más los ocho que fueron suspendidos de nuevo de sus funciones por orden de la jueza de instrucción Stefania Donadeo. De hecho, todos los agentes comparecidos hasta el momento ante el juez han hecho referencia a la sensación de haber sido “abandonados” a sí mismos y a sus problemas en la gestión de los menores internos. Y también a la “peculiaridad” de Beccaria: un ambiente considerado “superpoblado” y lleno de conflictos debido a muchos factores, entre ellos la edad de los niños encarcelados, que en realidad eran adolescentes con ya varias dificultades a sus espaldas, con todas las implicaciones que esto implica.

“Estábamos estresados ​​desproporcionadamente – se justificaron ante los investigadores – debido a un clima de enorme tensión dentro de la prisión, sin la formación ni la capacidad para gestionar los conflictos”. Algunos de ellos se defendieron diciendo que, tal vez inconscientemente, incluso querían que los detuvieran: por eso ya no les importó, en cierto momento, ser filmados por cámaras internas durante las palizas. Cámaras que captaron imágenes que hablan por sí solas, según los fotogramas contenidos en una nota de la unidad de investigación de la policía penitenciaria. Como la paliza de un chico de 15 años, sacado a la fuerza de la celda por cuatro agentes, luego escaleras abajo y agarrado también por el “brazo sangrante” con el que se había cortado. Se estrelló contra la pared y finalmente lo golpeó “repetidamente en la cabeza y el pecho” hasta que “cayó al suelo”. Y finalmente pateó.

Si las responsabilidades siguen siendo de los agentes individuales -y sus acciones deberán responder específicamente a solicitudes de revocación o modificación de la medida cautelar (la Fiscalía siempre ha emitido una opinión negativa)-, hay sin embargo todo un sistema que debe ser llamado a pregunta.

Precisamente ayer llegó una nota de los penalistas, firmada conjuntamente por el Consejo de Salas Penales y el Observatorio Penitenciario. “Las últimas noticias, las últimas investigaciones sobre la violencia en las prisiones – subrayaron – ponen de relieve una vez más la necesidad de una intervención que reduzca el número de la población penitenciaria con efecto inmediato”.

El documento también hace referencia al “mayor número de suicidios” en prisión jamás alcanzado en Italia y a las “noticias de violencia sistemática” contra personas privadas de su libertad personal y puestas bajo custodia estatal, perpetradas además contra menores y, por tanto, “aún más inaceptables y repugnantes, porque pisotean y ofenden la dignidad” de los niños “a quienes nuestro sistema debería proteger mejor por su fragilidad emocional, de carácter y humana”.

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