Ferguson dura poco en Italia, pero el Inter tiene el entrenador perfecto: porque este verano será diferente

Ferguson dura poco en Italia, pero el Inter tiene el entrenador perfecto: porque este verano será diferente
Ferguson dura poco en Italia, pero el Inter tiene el entrenador perfecto: porque este verano será diferente

Tengan cuidado con cualquiera que hable de un proyecto al estilo Ferguson o Wenger. No es casualidad que los ejemplos de estos casos estén tomados de Inglaterra: en Italia el excelente Sir Alex, que ganó su primer título en el Manchester United después de cuatro temporadas de poco o nada, habría sido aclamado por el público al cabo de un par de años. . Vivimos en otra cultura, no tiene sentido burlarse de nosotros mismos. Además de ser cautelosos, los directamente involucrados, en comparación con el “modelo Ferguson”, harían mejor al menos tocar madera. Tras pasar de la Premier League a la Serie A, la comparación suele traer mala suerte.

Ergo, un Simone Inzaghi lo mejor es mantenerse alejado de precedentes ilustres. Al mismo tiempo, al Inter le iría mejor si se aferrara a un entrenador que parece tener todas las características para representar algo diferente. Jugando con las palabras, Paolo Tomaselli escribió ayer en Corsera sobre ciclos y ciclones. El camino de los nerazzurri hacia el Scudetto fue éste, una especie de tornado que arrasó con la (?) competición. Insertado en el contexto de un proyecto técnico que ha llegado a su tercer año, pero dentro del cual cada temporada ha sido una especie de año cero en cuanto a número de ventas y compras, ya forma parte legítimamente de un ciclo ganador. Sólo el tiempo dirá cuánto durará y qué aportará a la junta, un caballero ciertamente a largo plazo pero a corto plazo muy voluble al alternar panegíricos y frases.

¿Por qué Inzaghi es el entrenador perfecto para un proyecto que lo es tanto de hecho como de nombre? Hacer que el equipo juegue bien no es suficiente. Probablemente ha expresado el mejor fútbol de los últimos diez años, pero ha habido y habrá quien haga jugar bien a sus equipos. Mejorar a las personas hasta cierto punto: no todo el mundo lo consigue tan bien, pero esto tampoco puede considerarse una cualidad exclusiva del Demonio de Piacenza. Hacer todo esto en un contexto económicamente complicado y sin alzar la voz: ya está, pequeño fuego. Después de llevarse el scudetto, Inzaghi podría haber alzado la voz y dejado volar piedras a diestro y siniestro. Podría haberlo hecho ya con la final de la Liga de Campeones, ganada en una temporada en la que lo trataron como al idiota del pueblo. Moraleja: en la primera oportunidad que tuvo no sólo evitó, sino que envió a su adjunto Farris ante las cámaras. El nosotros en lugar del yo, un gesto que vale más que los 81 goles del Inter en este campeonato. Y que dice no sólo un lado humano a elogiar, el más bello e incluso el más banal si queremos. Pero, sobre todo, la conciencia de ser parte de algo más grande, el engranaje más importante, pero aún así un engranaje de una máquina corporativa y profesional mucho más compleja de lo que parece cuando pensamos en veintidós chicos en pantalones cortos persiguiendo una pelota. Es una visión que va más allá de indiscutibles cualidades técnico-tácticas.

La capacidad de formar algo orgánico, que Marotta ha construido desde su llegada al Inter e Inzaghi parece tenerla innata, es quizás la mejor explicación de los últimos meses del Inter. La síntesis encontrada entre la dirección, empezando por Ausilio y Baccin, el equipo y el departamento técnico, a pesar de la dificultad objetiva que supone la ausencia física del presidente Zhang, es un resultado incluso mejor que un campeonato celebrado entre trescientas mil personas. . Es una síntesis que habrá que resumir nuevamente en los próximos días, cuando como siempre nos reuniremos para discutir el camino a seguir de cara al futuro. Más allá de la renovación de Inzaghi, que quizás será un poco más larga y llegará un poco antes de lo habitual, será un partido inevitablemente diferente a los de años anteriores. Porque los últimos doce-catorce meses han dado fuerzas al entrenador, que también ha tenido peticiones en el pasado pero no siempre ha podido verlas cumplidas (simplifiquemos: Acerbi sí, pero ¿con cuánto esfuerzo? Milinkovic-Savic no) . La cuestión no es que Inzaghi haya ganado en cualquier tema: hay contingencias económicas y de mercado que imponen un rumbo, y al final (Correa) cuando se conformó sin peros pero ni siquiera acertó. La cuestión es que precisamente esa síntesis, con equilibrios delicados pero que por ahora funcionan mejor y que quizás se desplace un poco más hacia el lado del técnico (pero el no a la revolución y el sí a un par de incorporaciones muy puntuales parece ya compartido, Si las ofertas imprescindibles lo permiten), es el secreto de este Inter. Y en este contexto, Inzaghi, al igual que su plantilla, como Marotta, Ausilio y Baccin, encajan perfectamente. Pero no le den, para protegerle, más que el italiano Ferguson: si aguanta y gana diez años… será bonito contarlo.

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