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Existe una gran preocupación en el seno de la ASL tras las dos muy recientes agresiones sexuales sufridas por una enfermera y un médico, por orden cronológico, en el interior de la prisión de Castrogno (Teramo) por parte de dos reclusos, ambos tunecinos. Las consecuencias de estos graves delitos cometidos, entre otras cosas, mientras las víctimas se encontraban allí, en su lugar de trabajo, podrían tener consecuencias para todos los reclusos porque, como subraya el director general de la empresa sanitaria Maurizio Di Giosia: “Frente a estos acciones, corremos el riesgo de sufrir una parálisis sanitaria dentro de la prisión de Castrogno”.
Un recluso se desnuda delante del médico y ataca a los agentes: miedo en la prisión de Teramo
LAS RAZONES
Y no es difícil imaginar las razones. «Ya es difícil encontrar personal sanitario que quiera ir a trabajar a prisión – explica Di Giosia -, si estas cosas también suceden, está claro que la situación se vuelve insostenible». Por eso, en este sentido, también él pide una intervención a nivel ministerial para al menos prestar atención a la situación y no llegar al punto de “una cuestión crítica de bienestar”.
Los dos episodios se produjeron con pocos días de diferencia y siempre con prisioneras tunecinas protagonistas del acoso sexual que agredieron al personal sanitario femenino de la autoridad sanitaria local adscrito a Castrogno, llegando a manosear a los dos profesionales que mientras tanto se encontraban trabajando en el reconocimiento médico que les habían solicitado. Una clara señal de alarma que no puede pasar desapercibida también porque, como aclaran los propios representantes sindicales de la policía penitenciaria, “es la primera vez que se producen”.
«En el pasado – afirma Giuseppe Pallini, secretario provincial de Sappe – hubo agresiones físicas a los trabajadores sanitarios y amenazas verbales, pero nunca violencia de este tipo. El problema es que debido al hacinamiento, los presos ya ni siquiera cumplen todas las sanciones disciplinarias y esto les lleva a pensar que pueden hacer lo que quieran. En nuestro país, entre otras cosas, la prisión es abierta y en cambio sería necesaria una vigilancia especial para los reclusos considerados peligrosos para la seguridad penitenciaria”. El peligro que acecha es que las trabajadoras de la salud podrían verse expuestas a violencia sexual dentro de la prisión. Y este, ahora, después de los recientes hechos ocurridos y denunciados por la propia policía penitenciaria, es otro tema que se suma a la larga lista de problemas que aqueja a Castrogno. Por el momento la enfermera y el médico aún no han presentado ninguna denuncia contra los dos internos, pero la investigación se inició de todos modos luego de que el centro penitenciario informó a la fiscalía sobre las agresiones a funcionarios públicos ocurridas en la enfermería frente a testigos que afortunadamente Inmediatamente lograron bloquear a los tunecinos en ambos casos y llevarlos de regreso a sus celdas, ante el shock y el miedo de quienes vivieron esos momentos.
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