El Véneto se divide en nueve diócesis (además de las siete provincias, están Chioggia y Vittorio Veneto) y 2.070 parroquias, repartidas principalmente entre Padua (455), Verona (378) y Vicenza (355).
En Venecia, sede del Patriarcado, hay 125. Un ejército de sacerdotes se ha reducido ahora a la mitad para gestionarlos: en los años setenta, los sacerdotes diocesanos y regulares (es decir, los que pertenecen a una orden, como los jesuitas, los franciscanos, etc.) eran un total de seis mil, pasó de 4.800 en 2004 a los 3.700 actuales. Venecia, por ejemplo, ha pasado de 714 sacerdotes en 1969 a 266 en el último censo de 2022.
Y en el futuro será aún peor: sólo la Iglesia de Vicenza predice que los 380 sacerdotes diocesanos actuales se reducirán a 150 en quince años. Por eso también se habla desde hace tiempo de abrir roles de mayor compromiso a las mujeres. pero la verdad es que probablemente sea demasiado tarde para pensar que son ellas las que compensan la falta de vocaciones: en los años setenta había en el Véneto 17.000 religiosas, ahora son menos de un tercio.
¿El resultado?
Nuestros sacerdotes están cada vez más agotados, estresados y deprimidos, obligados a correr de una parroquia a otra y ocuparse de todas las tareas. A veces sólo queda levantar la bandera blanca: en cada diócesis del Trivéneto, una media de dos o tres sacerdotes al año piden una pausa y se benefician de un período sabático. Para superar la crisis, el Movimiento Internacional de Sacerdotes Casados sugiere acoger nuevamente al ministerio a los sacerdotes casados.
Fuente: corrieredelveneto.-
