Entonces el barco rojo y blanco se hunde.

BARI – La derrota en Cosenza produjo algo bueno: el silencio. Que no es el de los inocentes. Sino el de un equipo insuperable y de sus directivos que, en cualquier caso, no sienten la necesidad de comunicarse. Con la afición y con una ciudad “generosa”, en todos los sentidos, hacia el club y hacia el conjunto rojiblanco. Bueno, entonces mejor así. Porque lamentablemente nos hemos tragado mucha charla estos últimos días. Casi tantos goles como el Bari esta temporada…

Sí, todos en retiro para meditar, para orar. Porque, en definitiva, ahora será necesario sobre todo rezar, con el debido respeto a los creyentes, para evitar un descenso vergonzoso. No te preocupes, después de todo sólo hará falta un milagro para regatear la serie C. Lo que, entonces, ningún rojiblanco ya no puede hacer en medio del campo, donde en cambio asistimos a un festival de errores y horrores y de gente a la que mandan al infierno como si fueran caramelos.

Tantos errores, todos juntos, que nunca había sucedido verlos por estos lares. Sin que nadie intervenga decisivamente. En otros tiempos, ante un vestuario inquieto, aquí en Bari había directores deportivos que no hacían tratos con nadie y “colgaban” a los jugadores contra la pared, como se dice en la jerga futbolística. Y hubo hinchas del presidente, como Vincenzo Matarrese, que perdieron la voz y la salud en el vientre de San Nicola. Otras veces, cuando la “propiedad mutua” no era el pecado original. Como está en la situación actual.

Pero, ¿qué pasó con el equipo más fuerte del año pasado, como se apresuró a señalar el arquitecto de este desastre futbolístico, el director deportivo Ciro Polito? ¿Qué pasó con el equipo con potencial ofensivo atómico? Tarde o temprano el director deportivo tendrá que explicar lo sucedido, porque este equipo es antepenúltimo; porque fallecieron tres técnicos capacitados que eran buena gente; Porque hoy Giampaolo está en el banquillo, una especie de cordero de sacrificio.

Y también sería el momento de que los propietarios, siempre muy sensibles a las necesidades de su hermano “mayor” el Napoli, preguntaran al director deportivo qué pasó entre Iachini y el equipo, hasta el punto de hacer estallar al entrenador que estuvo a un punto de los playoffs y luego se estrelló sin poder abrir un paracaídas; Pregunte por qué el dinero (siempre poco cuando se trata de Bari…) invertido en la ventana de fichajes de enero se gastó tan mal. A pocos kilómetros de Bari, en dirección sur, hay una empresa y un responsable del área técnica, de los que deberíamos tomar un ejemplo. Realmente hay personas que combinan necesidades presupuestarias y calidad en los resultados: Sticchi Damiani y Corvino. Quedando entendido que Bari no puede por ningún motivo del mundo ser considerado hermano menor de nadie en el mundo.

¿Y ahora? Buena pregunta. Volvamos al principio de la pieza. Necesitamos orar. Con la esperanza de encontrar un Parma descargado (!?) e intentar lograr una auténtica hazaña. Eso no compensará un año fallido, seamos claros. La salvación es, sería, el salario mínimo después de haber fracasado sensacionalmente una temporada. Y luego todos se van a casa. Sin rencor.

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