Gela, un laboratorio entre la pizza y la solidaridad «Alimentemos la inclusión» con pequeños gestos

Ayer finalizó en la Casa de la Divina Misericordia de Gela una iniciativa dedicada a la inclusión y la diversión promovida por el Club Leo del Golfo de Gela, una asociación juvenil sin fines de lucro. El programa matutino incluyó un taller de pizzería dirigido a los niños del centro educativo Balù. Este último trata de los trastornos del neurodesarrollo en la edad del desarrollo.

Y acompaña con dedicación a niños y adolescentes de diversas edades.

El objetivo del centro es promover el bienestar psicológico y social en el ámbito específico de la infancia, la adolescencia y la paternidad, ofreciendo apoyo e intentando prevenir y mitigar el malestar infantil y adolescente también a través de acciones de información y sensibilización.
Las áreas de intervención son diferentes: apoyo psicológico, logopedia e intervenciones en autismo (ABA, Esdm – que indican enfoques conductuales), grupos sociales, mejora cognitiva y más.

A crear un ambiente de serenidad contribuyeron los numerosos jóvenes del Club Leo que, con gran espíritu comunitario, se entregan a los demás de manera desinteresada, sin ganar nada con ello. Un ingrediente fundamental condimenta las pizzas: la alegría. El placer de ensuciarse las manos, mezclando agua, harina y levadura. Un gesto sencillo que unió a todos; porque en definitiva, si lo pensamos bien, las distancias y diferencias entre uno y otro sólo existen si las creamos.

Por desconocimiento hacia determinadas patologías, muchas veces se crean barreras que no nos permiten mirar más allá de nuestras narices. El autismo, por ejemplo, es un trastorno complejo con mil facetas.

«Cada niño es único – afirma Paola Di Pietro, estudiante de Logopedia – nunca debemos agruparlo todo. Durante las prácticas aprendemos a proporcionar herramientas de comunicación a niños autistas, por ejemplo a través del lenguaje de las imágenes.”

La portavoz del centro educativo Balù es Angela Tandurella, pedagoga y analista de comportamiento, especializada en Caa y Ta.
«Este día – afirma – tuvo un doble valor: nos enriqueció a nosotros y a quienes se unieron a nosotros. Fue un momento de gozoso compartir. ¿Los elementos fundamentales? Empatía e inteligencia emocional, que actúan como herramientas de comunicación muy importantes, para limitar barreras y distancias. Creo que hoy ha sido un valor añadido mutuo”, concluye.

Ver el trabajo realizado por la unión del Club Leo y el centro Balù es un motivo de orgullo para nuestro territorio que debe estar siempre atento a la protección y al bienestar de los sujetos más frágiles o discapacitados, ya que es derecho de todos vivir una vida libre y protegida.
Nada de esto hubiera sido posible sin el trabajo realizado por los socios del club. Muchos, atentos a las necesidades de los demás.
La bondad es un lenguaje universal. Y esto, una vez más, nos muestra que las grandes lecciones muchas veces se aprenden de los jóvenes.

PREV Tras subirse a una grúa en Florencia, la protesta continúa
NEXT Leonardo Abruzzo busca sus primeros puntos en el Mundial Junior GP