Con el Apecar podrás aparcar donde quieras: la solución de un profesor Sarpi

Con el Apecar podrás aparcar donde quieras: la solución de un profesor Sarpi
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En el liceo clásico Sarpi hay alguien que ha sabido desafiar (y superar) el problema del estacionamiento: su nombre es Letizia Pagliarino y desde hace más de treinta años conduce un Ape Cross para llegar a la sede de Città Alta.

Una elección tan práctica como intuitiva: el apecar dispone de todas las comodidades de un coche (una cabina cerrada, que lo protege del frío y de las inclemencias del tiempo) manteniendo, al mismo tiempo, las ventajas de una motocicleta.

Como dijo el maestro, que ha estado enseñando literatura en la escuela secundaria de la ciudad durante más de tres décadas, un Mensajero Bérgamo, la suya es una elección dictada por la necesidad. Quienes enseñan en Sarpi lo saben: aparcar cerca de la escuela es una pesadilla.

Con las próximas medidas, concretamente la apertura del aparcamiento de Fara y la transformación de los puestos de las murallas en líneas amarillas para los residentes, la situación se vuelve aún más preocupante.

Aparcamiento demasiado caro, puestos azules… ¿Qué hacer?

En definitiva, para quienes enseñan en Sarpi, pero también para el personal de ATA, no hay lugar. Arking Fara costará demasiado (tres euros con treinta céntimos la hora, o 165 euros al mes), sin -por ahora- ningún acuerdo ni tarifa regulada.

La profesora Pagliarino, con su Ape azul, ha resuelto un viejo problema: puede viajar a todas partes y aparcar en las plazas de delante de la escuela, sin pagar nada. Porque se considera igual a una moto.

Al principio hubo algunas miradas divertidas. Hoy, especialmente los estudiantes, lo han entendido. Y la profesora está feliz de viajar en su vehículo: en una ocasión, dijo, incluso una mujer que conducía una camioneta le preguntó dónde podía comprar una. Entonces, alguien también tomó un ejemplo de su idea: ¿cómo Pedroconserje de la escuela, que compró un Simio amarillo y negro.

El único defecto: el circuito de videovigilancia instalado en via Arena tuvo dificultades para reconocer su vehículo, por lo que recibió varias multas por prohibiciones de circulación, ante las cuales el profesor Pagliarino no se inmutó y pidió su anulación.

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