Monseñor Salvatore Ligorio, presidente de la Conferencia Episcopal Lucana, explica a los medios vaticanos el encuentro de esta mañana con Francisco: un momento de “familiaridad y esperanza”
Tommaso Chieco y Gabriella Ceraso – Vatican News
Un intenso encuentro de diálogo e intercambio, que duró casi dos horas, caracterizó la visita de los obispos de Basílicata con el Papa. Durante la audiencia se discutieron temas queridos por Francisco y centrales para la vida de la región: las migraciones, los jóvenes. trabajo y comunión dentro de la Iglesia.
Los obispos de Basílicata en visita ad limina
Dignidad y trabajo para migrantes y jóvenes
“La atención a los más pobres, a los lejanos y la acogida de los inmigrantes” fue uno de los aspectos del compromiso de la Iglesia lucaniana manifestado al Papa, en particular en la labor de integración de los inmigrantes y “respeto de su dignidad”. Igualmente delicado y difícil, explica a los medios vaticanos Monseñor Salvatore Ligorio, presidente de la Conferencia Episcopal regional, es la situación de los jóvenes en el sur de Italia, que une a Basílicata y su Iglesia en lo que el prelado define como una “gran hemorragia”. Se esperan respuestas de la política “con proyectos a largo plazo”, continúa monseñor Ligorio, para que el trabajo pueda dar respuestas y garantizar que los jóvenes “tan queridos” no emigren.
Los obispos de Basílicata en visita ad limina
Los obispos de Basílicata unidos en torno al Papa
“El clima de serenidad” y la valentía que el Papa supo transmitir a los obispos tocaron el corazón de monseñor Ligorio, quien habla de una “serenidad con la que volvimos, más dispuestos, más valientes para llevar el hermoso anuncio del Evangelio”. El sentimiento de paz y unidad fue un punto fuerte para todos los prelados presentes, que encontraron en la figura de Francisco un “padre que acoge a sus hijos”.
“Hay una profunda comunión y unidad entre nosotros, obispos de Basílicata”, añadió monseñor Ligorio, “y esto también nos ha fortalecido hacia el Papa, al reiterar no una obediencia estéril, sino una apertura iluminada por el espíritu del bien de la Iglesia. y de la humanidad”. “Con esta alegría en el corazón, partamos de nuevo – concluyó monseñor Ligorio – para llevar este hermoso anuncio del Evangelio”
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