¿Apulia? Él reacciona y resiste, nadie se permite más palabras equivocadas.

¿Apulia? Él reacciona y resiste, nadie se permite más palabras equivocadas.
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Apulia como Galileo. «Y sin embargo se mueve», dijo el padre de la ciencia moderna aunque perseguido por la Inquisición (y rehabilitado cinco siglos después). La Tierra se movía, y eso era una blasfemia para los dogmas religiosos del siglo XVI. Apulia se movía, y no era una blasfemia en los días en que sólo se hablaba de la región debido a los escándalos políticos y judiciales. Como si todo fuera malversación, corrupción, sobornos y compra de votos. Como si el tiempo se hubiera detenido por culpa de la enfermedad supuestamente incurable de un Sur que era más Gomorra que modernidad. O una Apulia parada en Orecchiette y sus alrededores en un escenario tocado por un dios y salvado sólo por «lu sole, lu mare, lu windo». Pero cuando sea.

Ir contracorriente a pesar de las actuales tormentas primaverales no es la banal coartada de “sucede en todas partes”, “ego te absolvo a sins tuis” y sigamos adelante al estilo católico. Porque, a pesar de todo, no ocurre en ningún otro lugar como Apulia ser la quinta región de Italia en crecimiento económico en los últimos cinco años y la primera del Sur, con un aumento del PIB que duplica la media nacional y triplica la del Sur. Antes de Lombardía y Emilia Romagna, sólo para entender. Con la previsión hasta 2025 de ser segundo en el Sur sólo detrás de Campania y séptimo en Italia. No sucede en otros lugares como en Apulia que el empleo aumenta como nunca antes, aunque el trabajo sea en parte “pobre” como en el resto del país.

Aún. No ocurre en ningún otro lugar como Puglia que se considere la región más bella de Italia (incluso en la no del todo inocente era del marketing). No sucede en todas partes que Puglia sea el segundo destino favorito para las vacaciones de verano después de la histórica Emilia. No ocurre en todas partes que haya un auge de solicitudes de compra de casas por parte de extranjeros deslumbrados por Salento, Valle de Itria, Gargano y ahora, increíblemente, por Murgia, el antiguo desierto lunar. No sucede en todas partes excepto en la elección de Apulia como sede del G7 de los poderosos del mundo el próximo mes de junio. Y no ocurre en todas partes que haya un auge del turismo “caminante” como en Apulia, el lento de los paseos o el de la “buena chimenea” a la española.

Esta es la lentitud no calculada en kilómetros por hora sino en una forma de ser, en definitiva antropología. Lo mismo ocurre con el nacimiento y el ADN. Aunque existiera el habitual sociólogo dispuesto a tacharlo de defecto dependiente de la posición mediterránea a unos pasos de los africanos, Jesús, qué inferior. Sociólogo indiferente o inconsciente de que actualmente no existe ningún continente que se esté desarrollando tanto como África. Y la lentitud ha sido considerada hasta ahora un pecado capital de un Sur que “toma tiempo y lo pierde” provocando su subdesarrollo. Donde la modernidad sería sólo velocidad como en el Norte donde el tiempo “corre” mientras que en el Sur “fluye”, un concepto más refinado. Y poco importa, con el prejuicio de que este estilo de vida es ahora tan deseado en otros lugares que cada vez hay más intentos de imitar la “Semana del Puzzle”. Con el pobre Franco Cassano toda una vida haciendo entender que una ruptura no es el fin del mundo sino simplemente una modernidad diferente (y actualizada).

Por suerte, está claro que Salento ahora se anuncia dividiendo su nombre en Sa-lento (como también lo hace Ci-lento): algo que en el pasado habría sido al menos un gol en propia meta. De hecho, la cosa se ha extendido tanto que se ha creado un ranking nacional de lentitud. Clasificación en la que la quinta posición de Lecce demuestra por sí sola el contagio que ha afectado también a ciudades que antes sólo habrían erigido monumentos a Mennea. Que esta evolución de la especie sea un consuelo, ojalá no. Del mismo modo que se espera que Apulia y el Sur no sigan considerándose un todavía no Norte. Y, en cambio, convenzamos de que ser auténticamente sureño es mejor que ser artificialmente septentrional.

Él dice: sí, pero los escándalos, ¿no hay una Puglia totalmente podrida? Como si fuera el único ejemplo en el país con mayor ilegalidad extendida de Europa. Hay una Apulia en el foco criminal cuya historia, ajena al resto, no es más que una campaña electoral (y de la peor calaña también) o una falsedad preconcebida. Falsedad de quienes fundaron políticas contra el Sur en el Sur, la “parte mala” del país. Como ya no queda nada por hacer, no hacemos nada. De hecho, enterrémoslo con una autonomía diferenciada, es decir, con un trato aún más diferenciado a favor del Norte. Que el poder judicial y los ciudadanos juzguen lo sucedido a su manera y con sus propios medios. Pero todo lo demás muestra una Apulia que reacciona y resiste también gracias a su controvertida clase dirigente. En un Sur que inventa e inventa la capacidad de hacer más con menos. Por lo tanto, nadie debería permitirse más palabras erróneas.

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