En el interior de la iglesia de San Domenico, en Palermo, descansan los restos de Giovanni Falcone, uno de los mayores símbolos de la lucha contra la mafia. Quien pagó con su vida su compromiso contra la Cosa Nostra. Alrededor de la placa que lleva su nombre, muchos palermitanos honestos han dejado cartas, llamamientos y peticiones de ayuda.
Pero es precisamente en esa iglesia donde el capo Tommaso Lo Presti, que pasó 12 años en prisión por ser considerado jefe del distrito de Porta Nuova, celebró a mediados de abril sus bodas de plata. Una ceremonia a lo grande, en el altar. Es una pena que, en teoría, los mafiosos estén excomulgados y no puedan poner un pie en la iglesia.
Las donaciones no serán devueltas
El párroco de la iglesia de San Domenico se justificó diciendo que no sabía que el hombre era un jefe. Luego silencio. Nadie volvió a decir una palabra. Precisamente, a través de una nota, los dominicanos hicieron saber que la “donación” del patrón no será devuelta sino que se utilizará para hacer el bien a los pobres de Palermo.
Quién sabe si el capo decidió celebrar allí sus bodas de plata como señal de desafío hacia quienes luchan contra la mafia. Es algo que probablemente no sepamos. Sin embargo, ciertamente hay falta de atención por parte de la iglesia. Una desatención que no puede justificarse, sobre todo si se trata del lugar donde descansan los restos de Giovanni Falcone y donde, en mayo de 1992, se celebraron los funerales de todas las víctimas de la masacre de Capaci.
Maria Falcone, hermana del juez, habla de un insulto a Giovanni y de una demostración de arrogancia de la patronal hacia quienes representaban y representan la lucha contra la mafia.
Desafortunadamente, la relación entre la iglesia y los mafiosos es difícil de morir. De hecho, las excomuniones no tienen ningún efecto. De lo contrario. Ha habido muchos episodios de este tipo a lo largo de los años y aún más inclinaciones ante las casas de los líderes de la mafia durante las procesiones religiosas del barrio.
